Desde el Quindío
Eso de pergeñar notas todos los días no es cosa fácil. Los grandes diarios tienen un consejo de redacción y rotan de acuerdo a los temas editoriales.
Por primera vez en, muchos años, cedieron en La Crónica la tradicional columna Coctelera a un emérito humorista. Se extrañarán épocas del picante y el salero.
Poco a poco el conocido espacio ha ido cayendo en lugares comunes, nada novedoso y poco entusiasmo, con un desgano tal que es recurrente notar que pareciese que no encontraran el tono o los temas a abordar en esta clase de columnas, que por su naturaleza tienen un tratamiento diferente, los hicieran a manera de relleno.
Están de capa caída los colegas de la “Redacción unigénita” porque ahora sin más ni más le ceden el principal espacio de opinión local al eximio Oscar Domínguez y eso que aseguran que tienen exceso de columnistas.
Algo pasa, pero no es consecuente ni normal que se busquen sucedáneos y den en hipoteca a esta clase de expresiones periodísticas de buen reconocimiento.
No se pueden hacer cincuenta cosas a la vez para al final caer en el lánguido y tristón desván de la nostalgia.
Nos apena comentar esto aquí por las relaciones que tuvo nuestro director con ese periódico pero también puede ser un tanto la desazón al ver un hijo descarriado.
La cosa de seguir así se puso peliaguda.
A la coctelera la dieron en hipoteca quién sabrá a qué costos.