Anne Hathaway y James Franco: Los chicos dorados de Hollywood
Y luego hay casos como el de Julia Roberts y Brad Pitt, a los que un papel les cambió la vida profesional y personal para siempre. Claro que aquel Hollywood de hace veinte años, el de Mujer bonita y Thelma y Louise, no se parece mucho al actual. En poco más de dos décadas el negocio de ser y hacer estrellas dejó de depender exclusivamente de las películas -y en menor medida los ciclos de TV-, realizadas, para centrarse en las vidas personales de los actores y su gusto por la exposición mediática. ¿Y el talento? Cuenta, pero no es el factor determinante. Un tropezón en la percepción del público puede arruinar una carrera ya establecida -Tom Cruise y Mel Gibson- o coartar las posibilidades de una incipiente Lindsay Lohan. En estos tiempos de ídolos con pies de barro y cuentas de Twitter millonarias, el camino hacia el estrellato está tan lleno de obstáculos que los actores más prometedores hacen lo posible por encontrar vías alternativas. Pero hay excepciones. Al menos un par. Este par: Anne Hathaway y James Franco, los próximos conductores de la ceremonia de los premios Oscar y firmes candidatos a grandes valores de la pantalla grande.
Habrá quien se pregunte qué tienen, qué méritos hicieron estos dos actores para ganarse el favor y la confianza de Hollywood que los eligió para realizar una de las tareas de más alto perfil de la industria del cine. Y otros se preguntarán cómo a dos actores con todas las de ganar se les ocurrió aceptar este trabajo en el que podrían perderlo todo. Las posibilidades de ridículo y críticas despiadadas son tan altas como bajas las de triunfo. Desde que Billy Crystal dejó el puesto vacante nadie parece conformar al público del planeta entero. Y aun así, allí estarán el 27 de este mes sobre el escenario del Teatro Kodak con una platea llena de sus pares listos para hacerlos pedazos con una sonrisa en la cara.
Señor conductor
Aparentemente, Franco está buscando romper el récord del currículum actoral más extenso y menos coherente de Hollywood. Y está claro que la sobreexposición de la que otros actores escapan como de los paparazzi no le preocupa nada. Todo lo contrario. Casi diaramente aparece una noticia sobre un nuevo trabajo-acaba de confirmar su participación en la obra Dulce pájaro de juventud, en la que compartirá un escenario en Broadway con Nicole Kidman-, un nuevo empredimiento artístico -la semana pasada presentó una instalación en el festival de Sundance-, o un nuevo título universitario. Es que el muchacho de 32 años se recibió de la carrera de letras en la prestigiosa UCLA y ya lleva más de tres posgrados y ahora también dictará un curso en la Universidad de Columbia llamado "Editando a James Franco con James Franco". De hecho, suele repartir su tiempo entre las clases y los sets de filmación, aunque sin descuidar sus ambiciones artísticas.
"Trabajo duro en cada película que hago, pero ese es mi trabajo y todo lo demás es pura expresión", explicó en una entrevista para The New York Times. Todo lo demás que menciona en el artículo que intenta, sin éxito, entenderlo, incluye un libro de cuentos publicado, la dirección de varios cortometrajes y una participación especial en la telenovela norteamericana General Hospital interpretando a un artista torturado llamado Franco. Y, como si esto fuera poco, protagonizó 127 horas, la última película de Danny Boyle -se estrena el 24 de febrero-, por la que consiguió una nominación al Oscar como mejor actor principal.
Al principio de su carrera participó de Freaks and Geeks, un muy buen programa de TV que no consiguió el público suficiente para mantenerse en el aire y luego consiguió la oportunidad de su vida al interpretar a James Dean en un telefilm basado en la vida del legendario actor. A partir de allí, Franco tenía el camino de galán en film taquillero asegurado pero él prefirió no tomarlo. O tal vez fue al revés. Es que en una serie de cortos para la página de Internet Funnyordie.com, el actor se burla de su mala suerte cuando audicionó para el papel de El Hombre Araña en el film de Sam Raimi. "El estudio no me quiso", dice en ¿broma? para explicar por qué terminó interpretando a Harry Osborn, el amigo devenido villano. Lo cierto es que la millonaria película no cambio demasiado su suerte aunque sí lo mantuvieron trabajando seguido. Entre un curso de universidad y las campañas publicitarias de Gucci, a las que les prestó la cara, consiguió el papel del amante de Sean Penn en Milk e interpretó al poeta Allen Ginsberg en la independiente Howl. Parecía entonces que el sesudo actor, una rareza en Hollywood dónde la mayoría de los intérpretes a duras penas completan el secundario, se inclinaría por proyectos alejados de la industria. Hasta que volvió a cambiar de rumbo para interpretar a uno de los novios del personaje de Julia Roberts en la comercial Comer, rezar, amar.
Decir que Franco es hiperquinético es quedarse corto, cortísimo. El año pasado, además de filmar una pequeña pero graciosísima participación en El avispón verde, protagonizó la comedia Your Highness, el drama de suspenso 127 horas y el film de ciencia ficción Rise of the Apes, una precuela de El planeta de los simios que dice haber aceptado por lo absurdo del título. Al tiempo que trabaja en la preproducción de dos largometrajes que planea dirigir y protagonizar, Franco se prepara para conducir los Oscar y seguir transitando la ruta hacia el estrellato menos ortodoxa del mundo.
Señora conductora
En los diez años que lleva de carrera a Anne Hathaway la compararon con muchas grandes estrellas del cine de ayer y hoy. La primera de las no tan odiosas comparaciones fue con Julia Roberts, motivada porque ambas fueron "descubiertas" por Garry Marshall, el director de Mujer bonita y El diario de una princesa. En aquel film ,Hathaway, de 19 años, interpretaba a una estudiante de secundaria torpe y algo feucha que se enteraba de que era la princesa perdida del reino de Genovia y pasaba de patito feo a cisne en una transformación que sólo una producción de los estudios Disney podía sostener. Con el paso del tiempo decidió dejar de lado los cuentos de hadas para participar de proyectos más adultos como Secreto en la montaña y El diablo viste a la moda, papel consagratorio que entre otras cosas le ganó el mote de la nueva Audrey Hepburn-¿serán los ojos extra large en la cara extra small?-. Hasta que la escucharon cantar. Fue en la ceremonia de entrega de los premios Oscar de 2009 que condujo Hugh Jackman cuando la bella Anne, después de un año difícil en el que su novio, con el que estuvo cuatro años, fue preso por estafas, participó de un número musical que dejó a todo el mundo con la boca abierta. Y entonces la chica con problemas personales y un carisma a prueba de nervios se ganó una nueva comparación y el inesperado título de la más firme candidata a interpretar a Judy Garland en una película que todavía no fue. Lo que sí es ahora es De amor y otras adicciones, un film que le queda chico a su talento, que será mejor aprovechado cuando haga de Gatúbela en la tercera entrega de Batman que dirigirá Christopher Nolan, con Christian Bale, este año.
La misma actriz que consiguió una nominación al Oscar por su desgarrador retrato de una adicta a las drogas en El casamiento de Raquel, de Jonathan Demme, ahora presentará el premio que, si sigue así, algún día seguramente ganará.
ANNE HATHAWAY
El papel más taquillero : Andrea, en El diablo viste a la moda (foto).
El empleo actual : De amor y otras adicciones.
Lo que viene : Gatúbela, en la próxima Batman.
La televisión : hará una participación en Glee, como la tía de uno de los protagonistas.
El independiente : presentó su performance artística en el festival de Sundance.
JAMES FRANCO
El papel más taquillero : Harry Osborn, en El Hombre Araña.
El empleo actual : 127 horas.
Lo que viene : Your Highness.
La televisión : interpretó a James Dean, en un telefilm sobre su vida.
El independiente : presentó su performance artística en el Festival de Sundance.