Los Gutiérrez pasaron de los ruedos taurinos a los estrados judiciales
El diario señala cómo en la venta de las acciones que la familia tenía en empresas caldenses como Herragro, Celema y Camperos del Café, Inés Gutiérrez Gómez, que reside en Nueva York, quedó con un menor porcentaje del que por derecho le pertenecía. Hernán Gutiérrez Arango era hermano del exalcalde de Manizales Ernesto Gutiérrez Arango, con quien fundo en la década del 40 del siglo pasado la reconocida ganadería Dosgutiérrez. A su muerte nombró como albacea de su herencia a su hijo Jorge Alberto.
El siguiente es el informe que publica El Espectador
EL ESPECTADOR/BOGOTÁ
Por estafa agravada fueron llamados a juicio Alicia y Jorge Gutiérrez, este último el dueño de la ganadería Dosgutiérrez. La víctima y denunciante: su hermana Inés.
Corría el año de 1948. Los emprendedores hermanos Hernán y Ernesto Gutiérrez Arango —hijos de don Roberto Gutiérrez Vélez y doña Ernestina Arango— fundaron la ganadería Dosgutiérrez en suelo pereirano. Entonces todavía pertenecía a Caldas. En ferias y corridas se fueron llenando de mundo y de toros. Hacia 1952 el negocio ya tenía forma. De España importaron por primera vez 14 becerras y dos sementales. Después vinieron los toros bravíos, primero las tientas. A fuerza de voluntades el prestigio les fue llegando.
En 1969, sin embargo, en lotes iguales, partieron negocios. Hernán se quedó con la ganadería Dosgutiérrez. Ernesto creó la suya, le dio su nombre y lo demás es historia conocida. En tres décadas cultivaron el arte de la lidia; heredaron ese capital a sus hijos y murieron casi al mismo tiempo. Ernesto en 1997. Hernán un año después. Para los seis hijos de Ernesto los procesos de sucesión y herencia no sufrieron mayores traumatismos. En cambio los tres hijos de Hernán ajustan casi una década de litigios. Un pleito familiar, con Fiscalía de por medio, y un juicio por estafa.
Inés Gutiérrez Gómez —la mayor— denunció penalmente a sus hermanos Alicia y Jorge Alberto porque, dice, la timaron en la liquidación de una sociedad que les dejó su padre. La Fiscalía, en dos instancias, le ha dado la razón. En menos de un mes, en un juicio inédito en Manizales, acusadora y acusados tendrán el mismo apellido y desde orillas contrarias, en audiencia pública, seguirán conociéndose las verdades de un pleito visceral que se ha mantenido en reserva por casi 12 años y que conoció El Espectador. Jorge Alberto es ni más ni menos que el albacea de la familia, según dispuso en el testamento Hernán Gutiérrez, y asumió como cabeza de la ganadería Dosgutiérrez. Alicia es oncóloga. Ambos están acusados de estafa agravada.
La historia es así como sigue: Hernán Gutiérrez Arango constituyó en diciembre de 1980 una sociedad que terminó teniendo participación accionaria en firmas como Celema, Herragro, Camperos del Café y hasta en la plaza de Cañaveralejo de Cali. El padre dividió el capital entre sus tres hijos y esposa Margarita en partes iguales. Para entonces ya Inés se había casado y divorciado de Sergio Sokoloff, con quien tuvo dos hijos, el reconocido publicista José Miguel y Ana Sokoloff, la experta en arte que trabaja con la casa de subastas Christie’s. Entre Pereira, Bogotá, Ciudad de México y Nueva York Inés hizo su vida y a prudente distancia siguió los negocios familiares de Hernán Gutiérrez, su padre.
A raíz de su muerte en 1998, Jorge Alberto asumió las riendas financieras de los Gutiérrez Gómez. Ahí empezaron los problemas. Inés, ocho años mayor que Jorge, en diciembre de 1999 se quejó ante la Supersociedades por la “mala administración” de su hermano. La hermandad se avinagró pronto —nunca fueron, igual, muy cercanos, cuenta Inés— y un año después se liquidó la sociedad. Según la Fiscalía, pocos días antes de la liquidación se dispuso poner en venta el 75% de las acciones de la sociedad. Alicia, Jorge y Margarita (su madre), representada por su hijo, se hicieron a ese capital. Y el 25% restante, que en criterio del ente acusador le pertenecía a Inés, fue distribuido entre los socios. La firma, de un plumazo, quedó reducida a una cuarta parte y esa parte se repartió.
Por ejemplo, la sociedad tenía 2.098 acciones en la empresa lechera Celema, pero al momento de la liquidación sólo le entregaron a Inés 131 acciones. Con la compañía Camperos del Café ocurrió igual: se documentó que la sociedad que les heredó su padre adquirió un total de 703.666 acciones. Sin embargo, al momento de la liquidación le tocaron a la hija mayor apenas 43.979 acciones. En palabras de la Fiscalía, “dividieron las acciones que le correspondían sólo a Inés Gutiérrez”. Así pasó con Herrago y con la plaza de toros de Cali. Los prestigiosos abogados Rafael Cuéllar, de 82 años, y su hijo Jaime Luis acompañaron el proceso de la venta de acciones de la sociedad en disputa. También fueron llamados a juicio por la Fiscalía.
Fue el publicista José Miguel Sokoloff quien representó a Inés durante la maniobra bursátil que hoy tiene acusados a sus tíos de estafa agravada en perjuicio de su madre. Tremendo novelón judicial. En una providencia de 30 páginas, la fiscal delegada ante el Tribunal de Bogotá Myriam Doris Castro concluyó que hubo “una maquinación urdida para apoderarse de las acciones antes de liquidar la sociedad”, defraudando así los intereses de Inés Gutiérrez. Y más adelante dice que Jorge le hizo saber a Inés “que era autónomo para tomar cualquier decisión y que ninguna entidad lo obligaba a hacer lo contrario”.
Aprovechando el control mayoritario de la sociedad —advirtió la fiscal Castro—, el ganadero Jorge Gutiérrez estafó al parecer a su hermana Inés y promovió la venta aparentemente irregular de las acciones con el objetivo de perjudicarla, “pues no se evidencia otro propósito, ya que los demás socios adquirieron bienes a precios manipulados por el gestor y sus asesores”. La Procuraduría, no obstante, se apartó de la decisión de la Fiscalía al considerar que Inés Gutiérrez nunca fue engañada, estuvo todo el tiempo representada por su hijo José Miguel Sokoloff, muy a pesar de que no estuvieran enterados del estado patrimonial de la sociedad que se liquidó.
De hecho, recordó el agente del Ministerio Público, Inés hizo uso de su derecho de compra una vez se ofertaron las acciones de la sociedad y adquirió un lote en Quimbaya (Quindío). “El desconocimiento del hijo de la denunciante José Miguel Sokoloff no genera responsabilidad ni en el liquidador ni en los demás socios, ya que la voluntad de todos fue libre y espontánea”, resaltó la Procuraduría. En ese sentido se pronunció el abogado Jaime Luis Cuéllar, acusado también de estafa. “Estamos llamados a juicio por recomendar un contrato perfectamente válido. Aquí no hubo engaños ni ardides”, dijo, y anunció que la próxima semana denunciará penalmente por el delito de falso testimonio a Sokoloff.
El viernes en la tarde El Espectador se comunicó con el ganadero Jorge Gutiérrez, quien no quiso pronunciarse sobre el asunto. En el expediente se lee que su abogado recalcó la transparencia de su administración, que en la venta de acciones “no hubo artificios porque se planteó por escrito” y concluyó que “una torpeza no puede constituirse en un artificio”. Inés Gutiérrez no compra esa tesis. En un largo diálogo telefónico con este diario, desde Nueva York contó con lujo de detalles su versión del juicio que hoy enfrenta a los herederos de la fortuna de Hernán Gutiérrez Arango. Sin rodeos cuenta que es muy triste que su hermano Jorge, “cubierto por el velo de la honorabilidad”, la hubiera timado.
Dice que lleva 12 años de pelea en pelea con Jorge Alberto, que él “maquiavélicamente” ha manipulado los procesos de sucesión y que esta es la hora en que ni los bienes de su padres han sido repartidos. Recuerda que sus hermanos ya la habían demandado antes con el fin de desheredarla inventando —dice ella— que había golpeado a su madre cuando se cayó en un hospital. “Nunca me entendí con Jorge. Tiene un estilo que me produce acidez. Por el bien de mi sistema digestivo decidí no volver a hablar con él”, cuenta Inés repentista y añade lamentándose: “Ay, pobre de mi padre. Se moriría si nos viera así, ese hombre trabajador y honrado no habría soportado un pleito como este”. de la plata ella prefiere no hablar.
En tiempos de ferias, corridas y temporadas taurinas, los hermanos Gutiérrez Gómez tendrán que verse las caras muy pronto, en un juzgado en Manizales, para definir de una buena vez un pleito que parece milenario, como milenaria su resolución judicial.
Las explicaciones de Jaime Luis Cuéllar
El abogado Jaime Luis Cuéllar, implicado en la pelea familiar de los Gutiérrez, se defendió de la acusación de la Fiscalía, dijo que se siente tranquilo y que en el juicio demostrará que todo lo que se hizo fue legal. “Inés aduce que la estafaron dentro de una liquidación en la cual estuvo representada por José Miguel Sokoloff, quien aprobó junto con los demás socios la cuenta final de la sociedad”, indicó.
El abogado subrayó que este proceso es temerario, que su padre Rafael Cuéllar, de 82 años, es honorable y nunca se había visto salpicado en un caso así. Cuéllar controvirtió las pruebas de la Fiscalía y explicó que una cosa son los derechos económicos de los socios y otra es el patrimonio de la sociedad. “Es clarísimo que la Fiscalía no entiende cómo es el problema”, concluyó.
Dosgutiérrez: una ganadería ‘brava’
La ganadería de Hernán y Ernesto Gutiérrez Arango se fundó en 1948, con vacas de Pepe Estela (Ambaló) y sementales de Clara Sierra y Ernesto González Piedrahíta. Posteriormente, en 1952, los Gutiérrez adquirieron 12 becerras de Francisco García en Vistahermosa. Ese mismo año importaron por primera vez de España becerros y sementales purasangre y en seguida la empresa de hermanos retiró de su ganadería todos los animales que compraron en Colombia. Más adelante, en 1954, trajeron 30 vientres más de la ganadería de Antonio Urquijo de Federico. Después de otras importaciones, finalmente a finales de la década de los sesenta los hermanos Gutiérrez partieron la ganadería de Dosgutiérrez. Siendo Hernán quien se quedó con el negoció y se dedicó en adelante a la explotación ganadera para la fiesta brava.