7 de diciembre de 2024

Libreta de apuntes

15 de enero de 2011

Dice la doctora Cuellar que no entiende porque la gente se queja, ni porque el Gobierno vigila más al sistema financiero que a otros negocios. Cita como ejemplo a los productores de papa. Ella se pregunta por qué el Gobierno interfiere y vigila las tarifas de los servicios bancarios y no hace lo mismo con el precio de la papa.

Aunque la experta es ella, voy a intentar explicarle a la Presidenta de Asobancaria en donde puede estar la diferencia.

En primer lugar, creo que el Gobierno se preocupa y está más atento a lo que hacen los bancos porque ellos trabajan con nuestra plata, la de ahorradores y cuenta habientes, y no con la suya. Los paperos trabajan con la de ellos.

En segundo lugar, porque cuando un papero se quiebra pierde su plata. Aún no se ha sabido de gobiernos que hayan tenido que imponerle un impuesto especial a los consumidores de papas a la francesa para sacar de la quiebra a los cultivadores del tubérculo.

Cuando un banquero se quiebra en cambio, las pérdidas las debemos asumir todos los ciudadanos así no hayamos tenido nada que ver en la quiebra. Inclusive quienes ni siquiera tienen una pinche cuenta de ahorros. Hasta nos ponen impuestos. Recordemos como, por qué y para que empezó el 4 por mil.

Creo que también debe influir el hecho de que cuando mejora la producción de papa, los paperos nos rebajan el precio del bulto, mientras cuando los banqueros aumentan sus ganancias, apenas se limitan a presumir del aumento de su riqueza por la prensa. Ni siquiera se les ocurre darnos las gracias por dejarlos que hagan con nuestra plata lo que les da la gana.

No existen listas negras de excomelones de papas fritas. Abundan las listas negras de deudores morosos. Los paperos no llaman a media noche a embutirnos una papa salada. Los bancos llaman el domingo por la mañana a obligarnos a recibir una nueva tarjeta de crédito.

Finalmente, doctora Maria Mercedes, los paperos no nos cobran por el uso del costal, el canasto o el sartén. Los banqueros, en cambio, nos cobran por las chequeras, las tarjetas y los cajeros. Debe ser por eso que el Gobierno se preocupa.

Debe ser por cosas como esas que detestamos a los banqueros, mientras adoramos a los paperos.