La navidad, tradición enraizada en el hogar
Por: Albeiro Valencia Llano
Las familias que llegaron a estas tierras, desde la lejana Antioquia, se habían formado en el Catecismo del padre Astete, muy bien aceptado por los antioqueños pues había sido escrito para “los niños y la gente ruda”, empleaba el método pedagógico de la memoria, y de memoria se transmitía en la familia patriarcal de generación en generación. El catecismo era enseñado por los padres de familia y lo transmitían mecánicamente con las mismas explicaciones del siglo XVI. Pero además había toda una lista de prácticas piadosas: rosario vespertino, alabados matinales, escapularios y rosarios en pechos de grandes y chicos, bendición de alimentos antes de cada comida y gracias después de las comidas. En este ambiente religioso la Navidad se convirtió en la fiesta del calendario litúrgico que ha calado con más fuerza en el alma popular de nuestros pueblos.
Una mirada al pasado
La Natividad coincide con la fiesta que los pueblos paganos celebraban en el solsticio de invierno para honrar el nacimiento del sol. En el norte de Europa se celebraban fiestas de invierno que se prolongaban por varios días. Durante las ceremonias quemaban maderos adornados con ramas y cintas, en honor de los dioses, buscando que el sol brillara con más intensidad. Las comunidades cristianas comenzaron a celebrar el nacimiento de Jesús, recogiendo algunas tradiciones y costumbres de los ritos paganos, que venían desde tiempos lejanos, hasta que se llegó a la fiesta de Navidad.
En esta época se comía pan de trigo y de cebada y semillas de trigo, preparadas en forma de salsa para adobar la carne. En las fiestas no podían faltar el queso, las habas, lentejas, cebollas y pepinos. Se tomaba leche de oveja y de cabra, pero el vino era la bebida por excelencia.
La historiografía recoge los nombres de San Juan Crisóstomo, de San Gregorio Nacianceno y del Papa Julio I; pero a mediados del siglo V la Iglesia decidió celebrar el nacimiento de Jesús, el 25 de diciembre. Después aparecieron los pesebres y villancicos, que se fueron incorporando a las fiestas navideñas. San Francisco de Asís popularizó el pesebre, hacia 1220, incluyó el asno y el buey basándose en una tradición del siglo IV que ubica la cuna del niño Jesús entre dos animales. Se apoyó en un texto de Isaías “El buey conoció a su amo y el asno el pesebre de su Señor”.
Los villancicos eran canciones muy populares y de arraigo campesino. Desde la Edad Media se incorporaron a las fiestas de navidad. A la gente pobre le gustaba porque planteaban la miseria y la igualdad de todos los hombres: el Niño Dios había nacido en una choza miserable.
Aguinaldo, aguinaldo pedimos
en el nombre de Dios que nació,
que temblando entre pajas recibe
las ofrendas que hagáis por su amor.
Es el mismo Jesús que en el cielo
en Belén como pobre nació;
es el mismo que allá en el Calvario
aguinaldo de amor nos pagó.
Desde el 16 de diciembre se reunía la familia, a las 7 de la noche, para rezar la novena y cantar los villancicos. Antes de acostarse había chocolate “parviado”.
Platos y manjares
Los campesinos pobres vendían un cerdo gordo para comprar ropa, aguinaldos y manjares. Se comía y mucho: natilla, buñuelos, dulces del trapiche panelero, dulce de cidra o guasquila, de arracacha, de breva, de mora, de papaya, de vitoria, de guayaba y de banano.
Abundaba la carne de monte y se preparaban exquisitos platos: gurre o armadillo sudado, torcaza asada, guagua y chucha (zarigüeya) a la brasa, cazuela de conejo, sopa de guacharaca, sancocho de gallina, de pisco y de cerdo.
Los platos más comunes eran: frijoles verdes, sopa de ahuyama, de choclos, tamales antioqueños, empanadas de plátano, enyucado, torta de choclo, de yuca, de maíz cocido, de batata y de arracacha. Las comidas se acompañaban con claro y mazamorra o con chocolate con harina. Se bebía aguardiente, destilado en el alambique de la finca, guarapo, chicha de maíz, vino de uchuvas y sirope.
Algunas recetas
Sopa de choclos: se desgranan tres choclos tiernos, se muelen muy bien, se disuelven en un poco de agua y se ciernen. Se prepara el caldo con costilla de cerdo, o espinazo picado; se le agrega rueditas de papa, y luego se espesa el caldo con el puré de choclos, dándole un hervor; se sirve con perejil picado.
Torta de calabaza: se cuece una calabaza (vitoria) tierna, se pica y se deja escurrir por un cedazo. Se toma en seguida 1 taza de ésta y se le mezcla: 3 huevos batidos, 1 pocillo de harina de maíz, 1 pedazo de quesito rallado y molido, y sal; se echa en la tortera o molde preparado y se mete al horno caliente. En lugar de la harina de maíz se pueden poner 4 bizcochos molidos.
El blanquiao o alfandoque: se hace en el trapiche. Cuando una saca está a punto, se vacia una pequeña cantidad en una batea o en una batea. Tan pronto como haya enfriado lo suficiente para poderla coger, se estira hasta que blanquee. Cuando ya está blanco, se le puede añadir un traguito de anisado o cualquier otro aromatizante; también se le agrega corozo. Se arma en panelas grandes y se envuelve en hojas secas de plátano.
Parte de la tradición se conserva hasta hoy. La natilla y el buñuelo son un legado de esta cultura.