¿Democracias fraudulentas?
¡Vaya si uno se queda atónito, por ejemplo, con el recuento de procedimientos viciosos en elecciones en Estados Unidos de Norteamérica! Porque se supone que en un país de recursos tecnológicos tan avanzados, no han debido ocurrir tantos casos de corrupción electoral, como los que registra en su libro “Abajo la democracia. El triunfo de la tiranía neoliberal”, el licenciado en derecho de la Universidad de Santiago de Compostela y en periodismo de la Escuela oficial de Barcelona, Eduardo Álvarez Puga.
Transcribimos: “Alguien ha calificado las elecciones norteamericanas como ‘un supermercado de irregularidades y fraudes’. Se han utilizado procedimientos que van desde la compra de votos a ciudadanos necesitados mediante el regalo de cajetillas de tabaco hasta la utilización del correo electrónico para provocar la abstención… El triunfador de las elecciones a la Alcaldía de Miami, celebradas en 1998, la perdió ante los tribunales al probarse manipulaciones de los votos emitidos por correo…
“Lyndon Johnson consiguió el acta del Senado gracias a que sus partidarios atiborraron las urnas de Alice,Texas, con papeletas de su candidatura. Supuestos votos de ciudadanos ya fallecidos contribuyeron decisivamente a que John F. Kennedy derrotara en 1960 a Richard Nixon. George W. Bush protestó al anuncio prematuro por la televisión de la victoria de Al Gore en Florida, puesto que lo privó de muchos votos en la parte norte del Estado donde regía un horario distinto…
George Bush, gobernador de Florida, hermano menor del Presidente, corrigió el censo electoral del Estado antes de celebrarse las elecciones, decisión que favoreció el triunfo del candidato republicano… En julio de 2001, The New York Times denunció al equipo electoral del presidente Bush por ejercer presiones el día siguiente de la celebración de los comicios, por aceptar incluso votos legalmente nulos y papeletas sin matasellos, centenares con fecha posterior al día en que se celebraron los comicios… A pesar de todo, Bush ganó las elecciones por solo 537 votos, lo que permite suponer que el resultado habría sido otro si se hubieran aceptado reclamaciones formuladas…”.
Agotaríamos el espacio de este artículo si continuáramos con la transcripción escalofriante que hace Álvarez Puga de las irregularidades cometidas en elecciones de EE.UU.
Ocupémonos ahora de lo que ocurre en nuestro país, en cuyo sistema electoral se consagró el procedimiento de mayor perversión política, como ha resultado ser la malhadada “circunscripción nacional” para integrar el Senado, acompañado después de otro no menos nocivo como el “voto preferente”: dos modalidades electorales que han permitido que el dinero y no las ideas se impongan en las elecciones al Congreso, convertidas en mercado (¿o supermercado?) de compra de votos de ciudadanos golpeados por la pobreza.
Pensamos, finalmente, que sería otro milagro de este Gobierno desmontar esos procedimientos generadores de corrupción electoral, y para dichos efectos y el de la reforma de la justicia, no habría otra vía que propiciar la convocatoria de una nueva Constituyente. El Universal.
Piénselo, presidente Santos.
*Ex congresista, ex ministro, ex embajador.