14 de diciembre de 2024

De Uribe a la unidad nacional

8 de enero de 2011
8 de enero de 2011

Esto empezó a notarse desde el mismo día en que Juan Manuel Santos ganó la segunda vuelta presidencial. Más aún, podría asegurarse que el único aspecto donde realmente existe continuidad  es la política de seguridad democrática, de la cual el propio Santos fue artífice y co-protagonista en su calidad  de ministro de Defensa.

Claro está que la falta de continuidad en este caso -a diferencia de lo que sucede en otros países- no consiste en el cambio de modelo económico ni político, sino en optar por  matices diferentes entre los que hoy existen en las democracias con economía de mercado.

Juan Manuel, el político 

En la segunda vuelta electoral, Santos no sólo sobrepasó a su contendor por un amplísimo margen, sino que superó por poco más de tres millones de votos lo que podría entenderse como el "endoso uribista". Se trata así, además, del presidente elegido por el mayor margen de votación en la historia republicana de Colombia.

Sin duda estas ventajas iniciales, sumadas a niveles de favorabilidad tan altos como los que obtuviera su antecesor en los mejores momentos de su gestión (alrededor del 84 por ciento), le han brindado a Santos un margen de independencia suficiente para tomar distancia del anterior presidente, a pesar de militar en el mismo partido.

La sagacidad para identificar la ventana de oportunidad que le permite introducir una agenda propia y adoptar un estilo de gobierno diferente, muestra de entrada el olfato político del Presidente Santos.

Para algunos, Santos se caracteriza por ser un hombre frío y calculador; para otros, él es la encarnación del pragmatismo político, y para otros es un fiel seguidor de la denominada  "tercera vía",  cuyo lema "El mercado hasta donde sea posible y el Estado hasta donde sea necesario",  fuera adoptado por Tony Blair como Primer Ministro de Inglaterra en los años noventa. Y en Juan Manuel Santos, en efecto, parecen reunirse estos tres caracteres.  

Pero además es importante añadir que Santos, como muchos han dicho, "estaba destinado a ser presidente de Colombia". Esta aseveración no se refiere sólo a su legado familiar, sino además al hecho de que el nuevo presidente combina cuatro elementos que difícilmente se encuentran en un solo individuo: (a) Ser un político sagaz; (b) Ser un  tecnócrata que cree en la importancia de respetar las instituciones democráticas; (c) Tener una sólida formación académica en materias de política y de economía, y (d) Tener un alto  conocimiento de temas militares.

¿Qué es la unidad nacional?    

El intangible "Acuerdo de Unidad Nacional" que Santos adoptó como estrategia de gobierno es algo propio de la "tercera vía". Es una forma de construir acuerdos entre el mayor número posible de partidos, no sólo para tener una coalición mayoritaria  en el Congreso y asegurar con ello la gobernabilidad, sino además para lograr unidad de criterio sobre temas centrales de la agenda pública.

La "unidad nacional" es  algo así como una estrategia encaminada a "cerrar la brecha" entre las alas moderadas de la derecha y la izquierda democrática sobre temas de interés común, como la Concertación logró hacerlo en Chile con muchísimo éxito.

Problemas en la coalición

Si bien el experimento de Santos no ha fracasado, y aún tiene buenas posibilidades de supervivencia, tendrá que enfrentarse a enormes desafíos. Esto debido principalmente a dos cosas:

– En primer lugar, la injerencia directa del ex presidente Uribe en algunos temas cruciales de la agenda legislativa, y con ello la influencia que éste pueda tener sobre la "lealtad" misma del Partido de la "U" hacia el presidente Santos.

Juan Lozano, como presidente de la U, ha manifestado en repetidas ocasiones sus reservas respecto de la eficacia y eficiencia de la actual administración, y para nadie es un secreto que en esto él habla como caja de resonancia de quienes otrora tenían el poder y les ha costado dejarlo. Tanto así que en reciente reunión del Partido de la U (11 de noviembre), varios congresistas destacados, como Miguel Gómez Martínez, expresaron fuertes dudas  frente a la gestión de Lozano, en parte por considerarla desleal con el presidente Santos.

– Pero si por los lados del Partido de la U llueve, por los lados de los demás partidos de la coalición no escampa: 

– Cambio Radical es visto con resquemor por la U, precipitando con ello un hecho casi inevitable que es el retorno de sus militantes, o al menos de un buen número de ellos, al Partido Liberal, su lugar de origen. Ya se han hecho coqueteos a los hijos pródigos.

– El Partido Conservador se ve como una entidad doblegada por las mieles de la burocracia, y mientras no identifique y consolide líderes propios, no cambiará su carácter de "parásito". Igualmente, su inconformidad por compartir coalición con el Partido Liberal parece ser una cuestión de puestos y no de ideas.

La buena hora del partido liberal

Por su parte el Partido Liberal será la colectividad que coseche más éxitos al final del camino. No ha mostrado tener apetitos burocráticos y ha introducido en la agenda gubernamental temas de importancia vital, como son las víctimas, las tierras y el primer empleo. Más importante aún, al verse replegada el ala de más izquierda, el ala que representa a quienes han promovido la afiliación a la Internacional Socialista, los más moderados de centro o centro-derecha se verán inclinados poco a poco a volver a agitar el trapo rojo y a sacar del baúl de los recuerdos el viejo carnet de afiliación al Partido de  López Pumarejo y Lleras Restrepo.

Ahora la gran pregunta es: ¿Qué pasará cuando se acabe el "hagámonos pasito" entre Uribe y Santos – un final propiciado principalmente por la continua injerencia del ex mandatario y las tensiones que aumentan en el seno de la U?… Algunos creemos que el fantasma de su familia reaparecerá: no se puede desconocer que Santos es de origen liberal.

Tensiones por las regiones

Pero a esto hay que añadir un hecho que afectará el panorama político de manera transversal. La contienda electoral que se avecina emperezará a minar, al menos temporalmente, el acuerdo de "Unidad Nacional",  pues los partidos de la coalición jugarán por separado y lucharán por conservar o ganar nuevos espacios a lo largo y lo ancho del país.

Además no hay que olvidar que en el Congreso están cursando reformas que afectan directamente los intereses partidistas regionales, como son, entre otros, los proyectos sobre   la regalías, régimen de tierras, ley de víctimas, reelección de alcaldes y gobernadores.

Diferencias programáticas

Un punto muy importante de separación entre Uribe y Santos ha sido la cuestión programática, tanto en su contenido, como en la forma de entender el gobierno.

En cuanto al contenido, Santos ha propuesto iniciativas que no solamente difieren de la visión uribista, sino que chocan con ella en algunos aspectos. Tanto así que el ex mandatario ya ha hecho públicos sus primeros desacuerdos.

– Es el caso, por ejemplo, de la reforma de tierras, descalificada por Uribe con el argumento de que es "minifundista". En efecto, este proyecto busca que el campesino recupere su tierra y tenga un derecho de propiedad seguro, para sí reparar una de las más graves secuelas de la violencia reciente, como fue la contrarreforma agraria por la vía armada. Este enfoque contradice la visión uribista del agro, donde se apuesta por la gran propiedad y se la apoya con facilidades considerables.

– También es este el caso de la ley de víctimas, respecto de la cual cabe notar un "detalle" simbólico: mientras Uribe se opuso a esta ley de manera férrea, Santos llegó a decir que la sola aprobación de esa reforma haría que su presidencia valiera la pena. Y dicho sea de paso, sin distinguir entre tipos de victimarios.

– El equipo económico avanza por un camino muy distinto del de Uribe. El ex presidente veía los beneficios específicamente dirigidos a los grandes empresarios como motor del desarrollo.

– El equipo de Santos ha anunciado el desmonte de varias de esas prebendas y exenciones, y avanza por una línea de carácter más institucional, la de hacer reformas de alcance general para acelerar el crecimiento y reducir la pobreza.

Papel del conocimiento

No menos importante es el contraste en la forma de gobierno: con Santos ha regresado la tecnocracia en el mejor sentido del vocablo, y lo ha hecho con fuerza, a través de figuras destacadas, cuyo conocimiento de los temas es innegable.

Muy conocida era la aversión que Uribe tenía hacia los expertos y los estudiosos, al punto de que varias personalidades, en particular el ex ministro de hacienda Rodrigo Botero, lo señalaron de profesar desprecio por el conocimiento. El estilo de micro-gerencia, unido a sesgos de carácter más complejo, hacía que Uribe prefiriera un tipo de conocimiento práctico más propio del empresario rural.

Tal conocimiento no debe despreciarse, pero su utilidad se limita a su propia área de acción. En el complejo mundo de hoy, donde la ejecución de políticas públicas se ha vuelto un arte sofisticado, es un gran error desconocer la contribución de los estudiosos y los expertos.

Los logros de la unidad  

A pesar de las limitaciones anteriores, el "Acuerdo de Unidad Nacional" ya ha demostrado ser útil en cuestiones decisivas de la agenda nacional:

– En materia de política exterior, el simple cambio en "las formas" y el estilo ha permitido  restablecer la interlocución con Venezuela y con Ecuador. También permitió iniciar un nuevo diálogo, con dignidad y una agenda enriquecida, tanto con Estados Unidos como con la Unión Europea.

– Enfrentar con altura temas tan sensibles como los relacionados con la violación de los Derechos Humanos, permitiendo que opere la justicia, tanto nacional como internacional, ha sido un gran avance.

– Reconocer la independencia y tratar con respeto a la rama judicial -por tensas o difíciles que estén las relaciones- es una muestra de acatamiento a la institucionalidad y a la separación de poderes como un principio básico del Estado de Derecho.

En conclusión

Así las cosas, sobra decir que aún hay muchas cosas por definir en materia política. El juego es interesante, los actores son de primer nivel y los temas son los que deben ocupar la agenda pública. Si los obstáculos se superan con éxito, Colombia entraría finalmente en un proceso de consolidación democrática, económica y social.