20 de marzo de 2025

DE TOROS,DE DE LA CALLE Y DE FILOSOFIAS

5 de enero de 2011
5 de enero de 2011

…tragedias invernales que podían prevenirse, mafiosos y borrachos disparando para todos los lados, las mismas babosadas de los políticos que se creen dueños de la verdad revelada, la gente de rumba mientras el país se derrumba, para copiar el grafiti bogotano, cabalgatas largas y tediosas sobre rocinantes y animales de paso del Tino Asprilla, y  bejaranos,zuletas,caballeros,jimenas,molanos y demás ejemplares de la misma fauna, columnistas que como los políticos, fungen de  doloridas casandras.Siempre de lo mismo.

Pero dentro de todo este barullo, se encuentra uno columnas divertidas  que se salen del anterior rasero, como la de nuestro connotado exvicepresidente Humberto de la Calle en El Espectador del 26 de diciembre del año inmediatamente anterior, en la que    en nombre y representación de los toros de lidia y en carta al Director del períódico, expone sus padecimientos,los de los toros, desde que van por ellos a los cortijos hasta que reciben el puntillazo  que los pasaporta a su muerte.Es patética la descripción de lo que a su manera de ver sucede en el ruedo.  Que el toro sale y ahí mismo le pegan un aguijonazo, o sea la roseta con la divisa de la ganadería.  Que en seguida vienen unos tipos  con extraños ropaje y les cuelgan unos chuzos o rehiletes en su piel. Mas extraño es que De la Calle  invierta los tercios de la lidia, cuando  ha sido un aficionado de hueso colorado.Doctor: primero está la pica y después  las banderillas. Pero bueno. Sigamos.Luego,dicen los toros por boca del escritor,vemos una cabalgadura a la que le han cubierto los ojos y encima un hombre vestido con hojalata que nos produciría risa, si no viéramos que viene a atacarnos con largos palos que terminan en lanzas y con las cuales nos hace sangrar.Algunos empujamos contra el caballo y se nos aplaude. Otros, rehusamos el castigo y somos silbados. Y después, viene lo peor.Nos vamos tras la ruta de un trapo rojo y el que llaman Matador,vestido de forma brillante y barroca se nos viene encima con un estoque y mi sangre anega mis pulmones  y  el cachetero  rompe mi medula espinal  y todo ha terminado para mí..El hombrecito del estoque se regodea en su vanidad, mira a los tendidos como si hubiera alcanzado la gloria y se pavonea.Vienen los vítores y los aplausos. Y concluye De la Calle: ¿es esta la misma masa de enajenados que pedía la muerte de los cristianos en el circo romano ? ¿Es ésta la especie inteligente del planeta ?.

Visto así, lo de los Toros sería una salvajada. Tanto, como irnos a las granjas de cocorico, a ver el sacrificio de los pollos que van a vender en el día y a aplaudir al dueño del Deportes Tolima. O irnos en manada a ver como hacen para matar los bovinos de  donde vienen los churrascos que nos comemos .Que entre otras cosas, no sé como los matan. En mi pueblo los llevaban al matadero y les  propinaban , sin anestesia, una certera cuchillada en su corazón. Aún recuerdo sus escalofriantes bramidos. porque yo como Alcalde tenía que presenciar  su sacrificio para impedir que el Matarife de turno  se fuera detrás de una vaca menor de siete año. O  si rodeáramos una olla hirviente, para ver como tuercen sus ojos las langostas cuando las introducen vivas. O  cuando matan los cuys o cuyes, manjar pastuso inigualable.O para presenciar la torcida del cuello de las gallinas para el sancocho casero  o su estrangulada con un palo de escoba. O  la puñalada debajo de su bracito izquierdo,  en busca de su corazoncito, del marrano navideño.Por lo menos al pavo, o pisco, o bimbo, lo emborrachan antes de despecuezarlo.Y ni sigamos con el resto de animales que ingerimos, porque vamos a terminar en la jartera de los vegetarianos.
Nó mi admirado Humberto. La Fiesta de los Toros es otra cosa. Con usted, en interminables remates de corrida, hemos conversado largamente sobra la inspiraración de literatos, , pintores, músicos, filósofos,poetas , botacorrientes de todas las pelambres que gira alrededor del rito de la vida y de la muerte, que es una corrida de toros. Andrés Holguín, que no fué un pintado en la pared, escribió un bello libro, Toros y Religión, en donde analiza el emparentamiento del arte taurino con los misteriosos e indescifrables vínculos del hombre con las divinidades. Y con el Toro, como intermediario, como víctima si se quiere, inmolada para hacernos perdonar los pecados de los hombres.Entre los cuales, por desfortuna, no está el de hacer objeto de vejámenes a los animales, como quisieran los que tratan de humanizarlos, cuando lo que debe proponerse es que se desbestialice a los humanos. Ahora que lo busqué en mi biblioteca, veo que se lo robaron. Pero consigámoslo, para que al calor de unos buenos riojanos volvamos a pensar que  la Fiesta de los Toros, es más que ese desolador paisaje que nos ha pintado en su columna dominical.

Yo, hace  un par de años, escribí que no volvía a las plazas de toros. Pero era que estaba mamado de encierros anunciados  con toros que eran novillos, con corridas sin orejas, con toreritos que llegaban de España a enfrentarse  a novillos adelantados, de toreros cobardones, de abusos de las juntas técnicas y de los empresarios, metiéndonos chuchas por guaguas . Sin embargo ahora mismo  me voy a Manizales, a sabiendas de que sigue lo mismo, porque me cogió la nostalgia de lo que existe alrededor de los Toros. Es que fuera de la historia, la poesía, lo filosófico y sociológico que encierran, añoro presenciar su juego trágico, el juego entre el Torero y el Toro, en el que ambos pueden perder. La muerte del torero es la incógnita tenebrosa que solo se descifra al final de las corridas. Y porque, como todos los que vamos a la plaza, nos  concita  que se presente el milagro de la faena que nunca olvidaremos.Y además, como lo escribió Antonio Caballero vamos a paladear otro montón de cosas que nos gustan, como el ambiente,las mujeres, la música de los pasodobles y el trago que uno toma. Sabe distinto….