28 de marzo de 2024

Corruptelas del idioma, con base en, verdad de a puño

4 de enero de 2011
4 de enero de 2011

A Jacinto Cruz de Elejalde lo ha acosado siempre la necesidad de saber por qué las corruptelas del idioma se propagan con tanta facilidad y con tan perturbadora velocidad; y cuál es la razón por la cual no ocurre el mismo fenómeno con los giros castizos, expresivos y elegantes. La explicación –reflexiona- puede estar en los medios de comunicación, tanto escritos como hablados, porque muchos de los que escriben y hablan no saben que no saben, a saber, no saben que lo que saben no es como ellos lo saben; y en los libros de mayor difusión, escritos y publicados en ocho días para aprovechar la fiebre del momento, sin tiempo para corregir y corregir y corregir. Y, ¡claro!, quienes leen y escuchan aceptan lo que escuchan y leen con la sumisión del alumno que piensa que su profesor posee la verdad: “Si así está en LA PATRIA, decía la mamá de un amigo, tiene que ser así”. Es una teoría nada más, susurró don Jacinto. Todo esto acudió a su magín después de leer, pasmado, la siguiente oración: “Quisiéramos también venderla a nivel de derechos…” (El Tiempo, María Isabel Murillo (Misi), “La más grande historia jamás contada”, XII-18-10). Pensó, entonces, que, cuando hablábamos castellano, decíamos: “Quisiéramos también vender los derechos de la obra”. Y caviló con desazón y tristeza sobre los innumerables vicios que, por la razón que fuere, se han ido metiendo idioma adentro, arrebatándole su lógica, su belleza y su brío. **

La expresión ‘en base a’ está dentro de ese interminable catálogo de corruptelas que hacen desenjalmar al señor Cruz de Elejalde. Sin embargo, desde Suiza, Fernando Rivera Giraldo escribe: “…y, para mi sorpresa, me encontré con que nuestra colombianísima expresión ‘con base en’ (…) no parece ser la más afortunada. (…) En cambio, la vapuleada ‘en base a’ se menciona como semiculta y procedente del lenguaje forense” (XII-14-10). La solución de este problema la da el oficio característico que en las oraciones desempeñan las preposiciones, en este caso, ‘a’ y ‘en’. Aunque la primera introduce complementos directos (“amar a Dios sobre todas las cosas”), indirectos (“le regaló un ramillete de flores a su mamá”) y circunstanciales (“se sentó a la vera del camino”), no todos los verbos la admiten para su complemento circunstancial, por ejemplo, ‘apoyarse’ y ‘basarse’, que piden a voz en cuello la preposición ‘en’. No podemos decir “yo me apoyo a un bastón”,  sino “me apoyo en un bastón”; tampoco, “él se basa a lo que le dijeron”, sino “él se basa en lo que le dijeron”. La misma norma debe aplicarse a sus respectivos sustantivos, ‘apoyo’ y ‘base’. La preposición ‘en’ introduce exclusivamente los complementos circunstanciales de tiempo (“en el siglo pasado”), lugar (“en mi pueblo”) y modo (“en paños menores”). El complemento de la locución ‘con base en’ es de lugar, literal o figurado. La enunciación castiza y culta es, pues, ‘con base en’, o, si así lo prefiere, señor, ‘sobre la base de’. ¿Que proviene del lenguaje forense? No haga caso. Recuerde que los oradores crearon la subjuntivitis, y los médicos dicen “tiene una afección a nivel del oído”. ¡Qué barbaridad! **

Con frecuencia escuchamos a ciertos políticos y oradores veintejulieros decir “es una verdad de a puño”. El citado corresponsal desea conocer la legitimidad de esta expresión. La respuesta no es fácil, pues hay muchos dichos que, como la mayoría de los chistes, son de origen incierto. Puedo decir, sí, que es una construcción gramaticalmente errada, puesto que la combinación de las preposiciones ‘de’ y ‘a’ sólo se usa cuando se quiere expresar distribución (“en grupos de a tres”), generalmente con la inclusión en su complemento de un número cardinal. Es posible que esa expresión sea una variación desafortunada de “creer a puño cerrado”, con la que se quiere decir “creer firmemente”. Según el diccionario de María Moliner, con el que concuerdan otros que tratan el tema, existen las expresiones “como el (un) puño” (“una verdad (o una mentira) como un puño”); “como puños” (“dijo verdades (o mentiras) como puños”), que expresan la magnitud de tales verdades o mentiras. Y su evidencia, agregan otros. En su cibermensaje, anota también don Fernando: “Me parece recordar que el finado Roberto Cadavid Misas, Argos, escribió una vez, refiriéndose a la expresión ‘verdad de a puño’, que lo correcto sería decir ‘verdad de cuño’ ”. Teoría interesante pero descarrilada, porque ése es un chocolate con diferente sabor. El castellano tiene la locución adjetiva “de nuevo cuño”, con la que califica a una persona “que ha ingresado recientemente en una profesión, gremio o clase social” (El Diccionario); y a palabras o expresiones, recientemente aparecidas. De las que ya había hablado el poeta latino Horacio con estas palabras, que yo uso frecuentemente: “Fue lícito y siempre lo será acuñar palabras nuevas con el sello moderno”. Y así, con una significación apropiada, podríamos ‘acuñar’ la locución propuesta por el inolvidable Argos. ¡Sí, señor!