Por eso estamos como estamos
En los tertuliaderos oficiales y en los corrillos políticos durante los días que van corridos de esta semana se ha oído hablar y cada vez con más sentido crítico sobre los dos días que se perdieron la semana pasada en un evento que dejó de ser importante desde el momento en que se anunció que el presidente no estaría en él.
La víspera de la reunión circularon vía correo electrónico sendos comunicados en los que se daban a conocer los temas que iban a tratarse en las mesas de trabajo. Una improvisación sin precedentes, tanto del gobierno nacional, como de las autoridades regionales.
Cuanto mayor es la responsabilidad que recae sobre los gobernantes, más amplio debe ser el debate político y mayor el espacio que hay que dedicar al tema de las iniciativas regionales, pues a decir verdad el Quindío no está dando que decir en materia de prosperidad. Se está perdiendo por completo la autenticidad regional y por esa razón no se puede predecir nada en cuanto al futuro del departamento. Empezando por la forma como está avanzando la política con miras a las elecciones del próximo año.
Las críticas a los “Acuerdos para la prosperidad” en el Quindío son fundadas y merece que se sigan haciendo porque el departamento no puede seguir añadiéndole a sus problemas sociales más muestras de incapacidad política. Si nos creerán ingenuos: al otro día de la fracasada reunión ya había comunicados de prensa en los que uno de los representantes quindianos decía que “en Acuerdos para la prosperidad se priorizaron proyectos para tener un departamento competitivo y sostenible”. Un pobre comunicado, con cero de contenido, simplemente demostrando la capacidad de la politiquería para engañar a la opinión pública y como si en Armenia no hubiéramos sido testigos de lo irreflexivo que resultó la reunión a la que vinieron unos pocos funcionarios del gobierno nacional sin plan, a reunirse con unos cuantos del Quindío que estaban más o menos lo mismo y lo peor, que a la postre se encontraron con que no había interlocutores idóneos para debatir problemas sociales y económicos de esta región.
El señor ministro del Interior y de Justicia con funciones presidenciales vino a la clausura de un evento insulso, improductivo, pero además llegó en un momento en el que todas sus preocupaciones estaban centradas en los problemas del invierno en Colombia que el sábado 4 se presentaron con la agudeza que nunca antes en la historia del país. Ese señor no tuvo vida durante las horas que permaneció aquí. La mayor parte del tiempo habló por celular enterándose de mil asuntos. Además porque el presidente Santos le informó desde Argentina al ministro Vargas Lleras, que se disponía a regresar y que estaría esa misma noche en Barranquilla a donde debió salir pitao el ministro con funciones delegatarias.
En todo caso hay que pedirle al gobierno nacional que le preste mayor atención al Quindío. Es que la Casa de Nariño ha debido cancelar lo de Armenia desde el mismo momento en que el presidente anunció su imposibilidad de estar aquí. Y en cuanto a lo regional, no puede el departamento resignarse a hacer eventos a ciegas y sin sentido autocrítico.
El próximo año por los efectos del invierno que estamos viviendo al gobierno nacional no le va a quedar de otra, que atender los estragos que están quedando. Las calamidades de ahora no tienen antecedentes en la historia del país. Por eso el presentimiento de un próximo año dramático para el departamento, porque en Bogotá no habrá tiempo para prestarle atención al Quindío y porque aquí, estarán todos ocupados haciéndole el trabajo a los empresarios electorales que llevan más de diez años determinando la suerte política y administrativa del departamento. Por eso también, estamos como estamos.