Álvaro, Ramón y Gabo
Tampoco una anécdota en la que los tres participen. Por lo menos, no hasta ahora.
Por estos días ha llegado un grupo de investigadores catalanes a Barranquilla, les hemos dado varias fotografías de Vinyes que han visto en La Cueva, nos han dejado media docena de preguntas sobre el sabio y se han ido corriendo, sin recoger sus respuestas, seguramente de regreso a Berga, la ciudad donde el teatrero nació. La verdad es que yo sí quería preguntarles si sabían de alguna conversación o un encuentro siquiera entre el sabio, Gabito y el Nene.
De todos modos, el Ramón Vinyes que surge de las nuevas investigaciones, sobre todo la del estudioso de Toulouse, el fallecido Jacques Gilard, adquiere dimensiones universales. El Vinyes de Gilard es un creador de kilates, con un enorme sentido del humor, irreverente y fecundo, que se enfrentó a los poderes tanto en Barranquilla como en Cataluña. En su análisis de la vida y la obra del sabio, Gilard identifica el profundo conflicto de un escritor que influye en una cultura de habla castellana pero sigue pensando y escribiendo en catalán toda la vida, el mismo escritor que escribe su primer cuento en castellano, dedicado a García Márquez, solo cuando regresa a Cataluña, poco antes de morir. Gilard lo ha dicho mejor que nadie sobre la singular parábola vivida por Vinyes entre sus dos mundos, sus dos historias, sus dos culturas, sus dos idiomas, sus dos lugares. «Cataluña fue la patria, y la tierra de la creación artística. Barranquilla fue el mundo donde se podía actuar y sembrar; un mundo por el que Vinyes sintió más de una vez desprecio o impaciencia, pero en el que a pesar de todo, algo se podía hacer y donde efectivamente hizo mucho; más, en todo caso de lo que él jamás sospechó. El conmovedor detalle del pasaje póstumo indica al menos que Vinyes murió reconciliado con la ciudad que hasta ahora ha sabido mantener su recuerdo. Con sus amigos, desde luego, no hubo nunca la menor ruptura».
Entre ellos, todo comenzó aquí con los libros. Con don Ramón, el grupo de amigos creó la rutina de irse de novedades literarias todas las mañanas, sobre todo a la Librería Mundo. Jorge Rondón, su dueño, les pedía que le ayudaran a marcar los catálogos. El sabio y sus muchachos pedían lo que les interesaba. Como les llegaban las revistas Sur y Papeles de Buenos Aires; Nosotros, Romances, El Hijo Pródigo, de México, sabían qué acababa de salir.
«Así –dice Gabito– cada vez que llegaba una caja, hacíamos fiesta».
Alfonso, Germán y Gabito dan más testimonio que Álvaro sobre su amistad literaria con Ramón Vinyes y los libros que el viejo les recomendaba. Álvaro viajaba más que todos ellos y tenía fácil acceso a la literatura norteamericana de entonces.
Los libros de la Librería Mundo, recuerda Gabito, eran de Sudamericana, de Losada, «aquellas cosas magníficas que traducía Borges. Y estaban también esos libros que traducía Lino Novas Calvo –Contrapunto de Huxley, los de Faulkner–, que era jefe de redacción de Bohemia, en La Habana, y que aparecían editados en la Argentina».(Continuará). El Heraldo.