Los Wikileaks colombianos
No es un personaje individual, sino el conjunto de personas y entidades que, sin coordinación, organización o dirección, coincidieron en destapar ollas podridas, descubrir saqueos del patrimonio público, revelar abusos de poder y denunciar complicidades oficiales para mostrarnos que la corrupción en Colombia creció mucho más allá de sus “justas proporciones”.
Integrante principal de este colectivo son los periodistas y medios de comunicación que investigaron muchos de los casos de corrupción con responsabilidad ciudadana y valentía, pues en algunos casos los riesgos personales son altos.
Para fortuna del país, muchos periodistas asumieron esta tarea. Sin pretender ser taxativo, algunos de los casos recientes más significativos son: el escándalo del AIS y el regalo descarado de recursos públicos a amigos y financiadores del ex presidente y de “Uribito”, que destapó la revista Cambio y que le costó el puesto a sus directores, María Elvira Samper y Rodrigo Pardo, ante el cierre inesperado de la revista por los españoles dueños del El Tiempo.
Otro caso emblemático: las chuzaDAS. Aquí las denuncias y publicaciones de medios como la revista Semana o las opiniones editoriales verticales de Juan Gossain, cuando el noticiero que dirigía era imparcial, complementaron la labor investigativa paciente de la Fiscalía, que ha permitido conocer el montaje más criminal desde el Ejecutivo contra la Justicia, los partidos de oposición y los mismos periodistas.
Entre los columnistas investigadores se destaca Daniel Coronell, quien el año pasado conmocionó al país con su reportaje a Yidis Medina, que confirmó la compra corrupta de la reelección presidencial, y que este año continuó revelando documentos y pruebas sobre otros casos como la compraventa de notarías, los negociados de los hijos del Presidente o las cuentas tramposas del referendo reeleccionista fracasado.
También son parte de este personaje colectivo políticos como Petro o el concejal De Roux. Tuvieron el valor de denunciar a miembros de su propio partido por las irregularidades de la contratación de obras en Bogotá con los hermanos Nule. De nuevo, el eco de estas denuncias en medios como El Espectador o la W, fueron determinantes para que el país supiera de las comisiones millonarias en los contratos públicos.
Este año el personaje colectivo contra la corrupción en Colombia tuvo un integrante inesperado: el Presidente y los ministros, que se atrevieron a destapar algunas de las herencias podridas del gobierno anterior, como la Dirección Nacional de Estupefacientes, el Incoder o los créditos de AIS. Como en Bogotá, es llamativo que haya sido el ministro conservador –el de Agricultura- el del coraje para enfrentar la corrupción en entidades que fueron manejadas por miembros de su partido.
A pesar del crecimiento de la corrupción en los últimos años, se puede ser optimista de que Colombia no sucumbirá mientras sigan existiendo periodistas, funcionarios públicos y entidades decididas a denunciarla y combatirla.El Universal.