Le abren proceso disciplinario a estudiante que tildó de cobarde al rector de la U. de Caldas
Organización Colombiana de Estudiantes-OCE dijo en un comunicado público que Acosta "no pretendió causar un agravio al rector, sino denotar un ánimo que ha caracterizado la actitud de quien dirige los destinos de la Universidad de Caldas en la discusión sobre la reforma de matrículas.
El texto del comunicado es el siguiente:
La razón con la que se pretende llevar al campo disciplinario la discusión política y académica en la Universidad de Caldas, es haber utilizado el término “cobarde” acepción con la que no se pretende injuriar la calidad del excelentísimo señor, sino describir aquella condición descrita en la primera definición de la Vigésima Segunda Edición del Diccionario de la Real Academia de La Lengua Española, la cual dice al respecto: “Cobarde: 1. adj. Pusilánime, sin valor ni espíritu. U. t. c. s.” y en esta línea frente a la palabra pusilánime el mismo diccionario la define como: “1. adj. Falto de ánimo y valor para tolerar las desgracias o para intentar cosas grandes. U. t. c. s.”
Debemos admitir que el representante estudiantil utilizó la expresión, no con el propósito de causar un agravio en la persona del respetadísimo y venerado doctor Ricardo Gómez Giraldo, sino más bien para denotar un ánimo que ha caracterizado la actitud de quien dirige los destinos de la Universidad de Caldas en la discusión sobre la reforma de matrículas. Es la falta de valor y espíritu, que describe la Real Academia de la Lengua Española, la que ha querido poner en tela de juicio manifestada en hechos como no garantizar en que el Consejo Superior sesione en su escenario natural, la Sala de Consejos de la Universidad y por el contrario promover hechos como que las dos últimas sesiones del 15 de octubre y del 24 de noviembre fueran realizadas en el “Recinto del Pensamiento”, es decir fuera de la Universidad.
No es otra cosa que la falta de valor y espíritu para dar una discusión de cara a la comunidad universitaria, la que quiso resaltar. Es en el ejercicio del derecho fundamental a la libre expresión consagrado en los artículos 20 de la constitución Política, 19 de la Declaración Universal de Derechos Humanos y 20 literal C del acuerdo 016 de 2007 del Consejo Superior, que realizó el comentario que hoy ocupa la atención del señor rector, quien hace a un lado sus importantes ocupaciones para ocuparse de este tema, seguramente igual de trascendente a los más caros intereses desde la concepción que profesa.
Debemos terminar con una reflexión sobre la polisemia que, para la Revista de Ciencias Humanas, de la Universidad Tecnológica de Pereira, hiciera el profesor Julián Serna Arango, en su texto “Palabras y Sentidos”, señalando de antemano, y sin presumir de ello, que el contexto en que se expresó la palabra que hirió profundamente la sensibilidad del señor rector, es el de los intelectuales.
Deseamos entonces con el profesor Serna: “(…) reivindicar la plasticidad semántica de la palabra, y en particular, la polisemia por medio de la cual sería posible dar cuenta de las diferencias.
Nos proponemos ejemplificarla: (…) No dice lo mismo la palabra "cobarde" en diferentes contextos. Dentro del léxico del militar la persona "cobarde" es la que huye cuando viene el enemigo, la que no se juega su vida en el combate. En el léxico de los comerciantes, la persona "cobarde" sería la que únicamente invierte su dinero cuando el negocio no ofrece riesgos más allá de cualquier duda razonable. Entre los intelectuales una persona cobarde sería la que se escuda en opiniones ajenas y no aventura las propias. En el ámbito de la vida galante, un enamorado cobarde sería aquel que no se atreve a declarar su amor a la mujer amada. En el militar la cobardía se relaciona con el físico miedo; en el comerciante bien puede asimilarse a la prudencia, pero también a la avaricia; en el intelectual a la inseguridad o la mentalidad de rebaño; en el enamorado a la timidez. Alrededor de la palabra cobarde se asocian, en síntesis, una serie de resonancias semánticas de variada estirpe.”[1] (Resaltado fuera de texto)
Con estas aclaraciones confirmamos que el doctor Ricardo Gómez, volviendo a la Real Academia de la Lengua Española le falta ánimo para “tolerar las desgracias o para intentar cosas grandes” y en las consideraciones del profesor Serna pocas veces hemos escuchado criterio propio en las vastas discusiones que abordan los cuerpos colegiados de la universidad. Hacemos un llamado a los que hoy sustancian el presente proceso disciplinario que escarben en la esencia del lenguaje.
Debemos admitir también que no pocas veces hemos llamado a su excelencia privatizador y neoliberal, responsabilidad que asumimos si es que, los investigadores, deciden regresar a los estadios inquisidores ya superados por la especie humana. Por último esperamos que esta no sea una campaña que busque arredrar el disenso, la oposición democrática y establecer como práctica de este instituto de ciencia la censura contra todo aquel que alce la voz contra las injusticias de la administración actual. Por nuestra parte y tal como lo hicieran los estudiantes cordobeses en 1918, en el manifiesto liminar a la reforma universitaria dirigida a los Hombres Libres de Sudamérica: “Hemos resuelto llamar a todas las cosas por el nombre que tienen.”
Cordialmente,
Organización Colombiana de Estudiantes-OCE
Universidad de Caldas