3 de diciembre de 2024

La irremisible decadencia económica de EEUU

10 de diciembre de 2010
10 de diciembre de 2010

Ese año, el PIB de EEUU creció el 4,1%. Hubo un superávit fiscal del 1,7%% del PIB. El paro fue del 4%. Y todo tras una subida de impuestos considerable en 1994.

Otro: en 2009, la recaudación fiscal del Gobierno federal de EEUU fue del 15% del PIB. El PIB cayó un 2,6%. El déficit público llegó al 13%. Y el desempleo, al 9,3%.

Tercer hecho: el salario medio bruto en Estados Unidos alcanzó los 26.000 dólares (19.500 euros), antes de contribuciones al sistema de pensiones (lo que aquí se llama Seguridad Social) y, por supuesto, seguro médico (ninguno por menos de 150 dólares mensuales por cabeza) u otras menudencias, como educación (coste de la matrícula de una Universidad pública: entre 7.000 y 12.000 dólares anuales).

Cuarto: el 1% de la población acumula el 20% de la renta nacional. La presión fiscal sobre ese grupo ha caído en siete puntos porcentuales desde 1995. El resultado es que Estados Unidos tiene hoy menos movilidad social que Europa.

Quinto hecho: en 1979, ese 1% más rico de la población aportaba el 37% de los impuestos del país. En 2007, esa tasa había descendido al 29%.

Sexto (y último) hecho: Warren Buffett, el tercer hombre más rico del mundo, con un patrimonio de 34.000 millones de euros, tenía un tipo fiscal menor que el de su secretaria, que cobraba 27.000 euros anuales en 2004. ¿La razón? La mayor parte de los ingresos de Buffett procedían de plusvalías y dividendos, cuya fiscalidad es inferior a la de las rentas del trabajo.

Con esas cifras, la propuesta demócrata de subir los impuestos 4,6 puntos porcentuales a las personas que ganan más de 200.000 dólares (150.000 euros) si hacen la declaración individual, y 250.000 dólares (187.500 euros) si la hacen conjunta, tenía toda la justificación del mundo. Igual que la tenía la propuesta alternativa del senador demócrata por Nueva York Chuck Schumer—que, no lo olvidemos, ha sido el demócrata que ha ganado por un margen mayor, concretamente de más de 30 puntos, en las elecciones del 2 de noviembre—de al menos limitar esas subidas a los contribuyentes con ingresos de más de un millón de dólares (750.000 euros).

Pero el Partido de Viva el Vino y de las Mujeres (ése debería ser el nombre del Partido del Té, dada su irresponsabilidad fiscal), junto con el resto del Partido del No (antes conocido como Partido Republicano) se negaron en redondo a esa idea.

Los defensores de los valores tradicionales y de la clase media, del honrado trabajador y de la honesta madre de familia se negaron a que los millonarios de Estados Unidos pagaran más. Eso se combinó con un presidente que no sabe por dónde le da el aire y que, aunque en la campaña dijo que su modelo es Ronald Reagan, parece que en realidad quiere ser un Jimmy Carter: un señor que cabree a todo el mundo, aliados y enemigos por igual.

El resultado es que los ricos y los muy ricos de EEUU seguirán pagando unos impuestos ridículos.

En su libro False Economy, el periodista Alan Beattie explica que a menudo el futuro de una potencia depende de las decisiones que su élite toma, y del consenso de su élite para adoptar las decisiones correctas. En EEUU—un país enormemente elitista, por más que ellos ‘vendan’ lo contrario—la élite parece totalmente decidida a salvaguardar sus privilegios a costa del resto de la población. A fin de cuentas, el 44% de los miembros del Congreso son millonarios, con lo que no se van a subir los impuestos a sí mismos.

La idea de que hay que proteger a los ricos para segurar el crecimiento no suele dar resultado en el mundo real, por más que se disfrace con fórmulas pseudosofisticadas, como la del ‘trickle down economics’.

El ‘tricke down’, o goteo, se basa en que los ricos deben pagar menos impuestos, porque así gastan más y tiran de la economía. Evidentemente, es un argumento que se puede aplicar a todo. Sin duda alguna, la nobleza, antes de la Revolución Francesa, daba trabajo a un montón de servidumbre. Basar la economía en que los multimillonarios necesiten muchos camareros es todo un avance. La sociedad de propietarios de George W. Bush se convierte en una sociedad de camareros, tal y como ha explicado el propio Warren Buffett.

Así pues, con este desmadre fiscal que sólo agravará el déficit y consolidará el poder de una élite blindada del resto del país, EEUU ha dado un nuevo paso hacia su decadencia.