Fernando Londoño y Londoño, ¡el tribuno!
Parejamente con la remembranza del centenario del natalicio del Mariscal Gilberto Alzate Avendaño y del cincuentenario de su tránsito de esta vida mortal a la eterna, recordamos también por estos días el centenario del nacimiento del tribuno Fernando Londoño y Londoño, descendiente de abejorraleños.
La vida me confirió el alto honor de haber conocido de trato y comunicación a Londoño y Londoño. Por cierto que, a raíz de una gesta mía mínima, me distinguió con una enorme carta laudatoria dirigida al director del diario La Patria que, para doble rubor, fue publicada como editorial.
Londoño y Londoño, como Cicerón, tribuno y orador inmenso, en este sentido pariente de Juan Crisóstomo y por eso también le decíamos “pico de oro”. Como decían las señoras de la época, cuando Londoño y Londoño hablaba, provocaba sacar pareja.
Conocedor de los clásicos y de la teoría política de todas las épocas, su elocuencia provenía de sus cultivadas lecturas, de una educada voz con la que recorría a la perfección todos los matices de las notas de la escala musical. Un verbo soberbio, apasionado y apasionante.
A la vez que Alzate se vino a Medellín a hacerse abogado en la Universidad de Antioquia, Londoño fue a parar a Popayán con idéntico afán en la Universidad del Cauca. En Popayán seguramente aprendió a manejar ese donaire de antiguo caballero que siempre lo distinguió. Era un espectáculo ver ese aire real con el que desplazaba cuando iba de a pié, de sombrero y paraguas.
Como abogado fue célebre penalista y como estadista, erudito en derecho público y derecho internacional, pues recuérdese que a más de haber sido miembro del Congreso de la República y ministro de Guerra, lo fue igualmente de Relaciones Exteriores y embajador en París y Rio.
Alcalde del Centenario de Manizales, más otra vez, la municipalidad agradecida púsole su nombre al estadio de la ciudad, hasta cuando el alcalde Germán Cardona Gutiérrez, hoy ministro de Transporte, cometió la ingratitud de cambiárselo por el de “palogrande”, por parecerle de pronto que más evocación merecía un vegetal o un barrio, que agradecimiento el prócer republicano.
Aún sigo sin comprender los motivos de aquel alcalde, siendo que es una persona de tan acendrada ecuanimidad y ajena al sectarismo.
Alzate Avendaño y Londoño y Londoño ocupan sitial de honor en los altares de la República, aunque a su partido, el conservador, no le hayan merecido un responso, salvo el homenaje rendido a Alzate en Manizales por los hermanos Omar y Arturo Yepes Alzate. Por esto me uno a la protesta y al reclamo del ilustre columnista de El Colombiano, Alberto Velásquez Martínez.
Tiro al aire: de ingratitudes y traiciones está asfaltado el camino que lleva a los mismísimos infiernos.