Esas uvas siguen verdes
Y de hecho, si uno lee la noticia que sobre el particular presenta hoy el diario económico Portafolio, queda loco:
Título: “Bajó desempleo en noviembre a 10,8% frente al 11,1 en igual periodo del año pasado”.
Encabezamiento: “Según el Dane, 2’393.000 personas se encontraron desocupadas en noviembre, frente a 2’390.000 personas en igual mes del año pasado, lo que evidencia un ligero aumento en el número de desempleados”.
¿En qué quedamos?
Nunca en nada, como en las estadísticas del DANE, se refleja tan amarga la sentencia de don Ramón de Campoamor: En este mundo traidor, nada es verdad ni mentira. Todo es según el color del cristal con que se mira.
En efecto, la noticia mencionada le pone un cristal azul cielo al título y algo amarillo, como de ligera alarma, al encabezamiento. Y aunque parezcan contradictorios, tanto título como encabezamiento, están remitidos a una estricta estadística oficial.
Al intentar “aclarar” la contradicción, el medio afirma otra cosa que es cierta pero no exacta en matemáticas. En efecto, resulta evidente que hay más desocupados porque más gente salió a buscar trabajo, pero la reducción porcentual se da sólo porque bajó también la base de participación. Es decir, y aunque parezca galimatías, fue más la gente que dejó de buscar trabajo que la que salió a buscar trabajo.
Así, por ejemplo: si el año pasado teníamos una base de 100 personas en el mercado laboral, y 10 estaban buscando puesto, diríamos que el desempleo era del 10 por ciento; pero si un año después, ya la base no eran cien sino, digamos, 80; y el número de personas buscando empleo fueran 12, entonces el desempleo sería de 9,6 por ciento. El resultado final, sería lo que se dice en la información de marras: baja el desempleo del 10 al 9,6 por ciento, pero suben los desempleados de 10 a 12 personas.
Y si uno quisiera seguir especulando con esta entelequia, podría llenar muchas cuartillas. Por ejemplo, pensar en qué relación existe entre los empleados, los subempleados y los desempleados; o entre las tasas de participación y la de ocupación…
Si algo requiere credibilidad en una democracia abierta y participativa son las estadísticas. Que, entre otras cosas, resultan ser el mapa de vuelo de todo gobernante y, por ende, el destino de toda sociedad. Es decir, las estadísticas no deben ser misterios encriptados para interpretación de iniciados, sino cifras muy claras y precisas que en el mismo lenguaje le digan al gobernante por dónde va y a los gobernados a dónde los llevan. Así de sencillo.
Pero, cuando usted tiene que tener algún nivel importante de formación estadística para poder diferenciar entre las distintas combinaciones que resultan de las diferentes tasas que le dan, ya usted tiene un problema de comprensión, tanto más si como muchos afirman, no hay cosa más aburridora –y mentirosa- que las estadísticas.
Y, sin embargo, cuando la producción nacional se corresponda con una baja tasa de desempleo, y que además, el empleo que se genere sea un empleo digno y vital, se puede decir, a ojo cerrado, que la economía va bien, no sólo para unos, sino para todo el mundo.
Esperemos a ver cuando se maduran esas uvas en el gobierno del aclamado Santos.