29 de abril de 2025

Mañana, más cuenta chistes

19 de noviembre de 2010

No tiene ninguna otra calificación lo que acaban de decir, casi al unísono como si se hubieran puesto de acuerdo, Fedesarrollo, Anif y el Banco de la República: el aumento del salario mínimo el próximo año no debe ser superior al 2.5%, porque de lo contrario se arruinaría esta pobre república del Sagrado Corazón.

Y el gobierno, que es el que tiene la sartén por el mango, deja que los otros hagan el trabajo sucio y se queda callado, hasta el momento en que expida el consabido decreto con el miserable aumento del salario mínimo.

Vale la pena recordar que Anif es la Asociación Nacional de Instituciones Financieras, pobrecitas, las cuales a octubre 31 se habían ganado algo más de siete billones de pesos – billones de pesos – unas trabajando como suyos los dineros de las cesantías que son de los trabajadores, y otras  cobrando hasta por pasar frente a sus entidades bancarias, las cuales cada día prestan un peor servicio a los usuarios.

El reajuste que estos beneméritos dirigentes nacionales proponen es de escasos $13.000 (Trece mil pesos), para pasar ese opulento sueldo de $515 mil a $528 mil pesos.

Esto ocurre en momentos en que entidades prestadoras de salud como Coomeva, le han anunciado a sus clientes mediante circular firmada por el gerente regional de Medellín, Santiago Adolfo Restrepo, un reajuste del  5.5% a partir de enero. Y que dice a esto el Ministerio de Protección Social ?  Nada, como tampoco se pronuncia nunca frente al continuo  y descarado aumento en casi todas las drogas de mayor consumo.

El mejor chiste es que el propio gobierno, como ocurrió este año en Medellín, echa por la borda ese miserable aumento al autorizar reajustes en porcentajes mayores para algunos servicios. El taxi, por ejemplo, en este 2010 aumentó en la capital antioqueña un 10% y el transporte urbano en un 7.5%, cuando el aumento del mínimo fue apenas del 3.64%.

Si esto no es una burla descarada, entonces hay que decir que estamos viviendo el más tórrido de los veranos.

Dirán los defensores del ridículo 2.5%  propuesto como reajuste del mínimo, que quienes lo devengan también tienen subsidio de transporte. Claro, pero también tienen ellos dos o tres personas a cargo por cuyo transporte deben responder, y cuyo costo hay que sacarlo del impresionante sueldo que devengan.

Se acuerdan del famoso dos por mil que le metió Pastrana a los colombianos para rescatar el sistema financiero y que en la actualidad  está en el cuatro por mil ?

Ahora que las entidades financieras, los bancos incluidos, ofenden con esas ganancias de más de siete billones de pesos a octubre 31, ha dicho alguno de los dirigentes del sector más rico del país que le va a retornar algo a la comunidad ?  Nada, hay que seguir, como ha sido siempre, socializando las pérdidas y privatizando las ganancias.

Lo mismo ocurre con los exportadores. Cuando el dólar rondaba los $2.600 pesos, felices y callados acumulando riquezas; ahora que se está depreciando la divisa estadounidense frente al peso, ponen el grito en el cielo y el gobierno, solícito y sumiso, les prodiga miles de millones. Y esto no afecta la economía ni produce inflación, lo que si sucede cuando se trata de dos o tres puntos de aumento en el salario mínimo.

Aquí en Colombia que somos tan poco originales y nos gusta todo lo foráneo, valdría la pena que los dirigentes le preguntaran al brasilero Lula Da Silva cómo hizo para cuadruplicar en su país el salario mínimo durante sus mandatos, sin que se haya arruinado esa pobre nación, convertida ahora en una superpotencia mundial.

Mientras tanto, esperen mañana más cuentas chistes patrocinados por Anif, Fedesarrollo y el Banco de la República.