2 de diciembre de 2024

Corrupción: un reto para un “Señor Gobierno”.

18 de noviembre de 2010

Según la Corporación Transparencia por Colombia en el índice de Percepción de Corrupción – 2010, el país está dentro del grupo de naciones en el que más se atenta contra el erario. Colombia ocupa el puesto 78 en el mundo con una calificación de 3.5 sobre 10. Este puesto y calificación son una falacia a favor de nuestra nación, ya que la acuciosa Corporación no tuvo en cuenta para su estadística los aberrantes episodios de corrupción que se dieron en las dos camorristas administraciones de Álvaro Uribe Vélez.

Han transcurrido 109 días (hasta hoy) de haber terminado la administración de la persona que obnubiló a la gran mayoría de la opinión pública colombiana, y también extranjera, y que la mantuvo en un estado de somnolencia enfermiza que no le permitía ni ver, ni oír, ni entender los desmanes de corrupción que se cometían en las posiciones de poder o de confianza para beneficio particular, en detrimento del interés colectivo, con una desvergüenza en el mentir o en la defensa o práctica de conductas reprochables.

Es impresionante la catarata y la magnitud de los escándalos que han salido a la luz pública en el último mes y las ollas nauseabundas que se han destapado y las que están en cola para levantar la tapa, la corrupción cínica y rampante en: el Incoder ( antiguo Incora); Dirección Nacional de Estupefacientes; Fondelibertad; Banco Agrario; Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario; Dirección de Impuestos y Aduanas Nacionales; Departamento Administrativo de Seguridad; Ingeominas; Instituto Nacional para la construcción de carreteras; y otras pendientes por resolver: las chuzadas del Das; la Yidis política; Agro Ingreso Seguro; los falsos positivos; el contubernio abierto de los Agentes del Estado con grupos ‘paramilitares; y, sin embargo, salió Uribe de la Casa de Nariño con un 80% de aceptación concedido por los somnolientos cohonestadores.

La modalidad del peculado tradicional (apropiación, uso, etcétera), ha sido devaluado frente a sistemas màs seguros para la defraudación: la coima en la contratación; la compra-venta de cargos públicos; lobby ante el Legislativo para el favor o contra de determinada ley o puente ante algún organismo para lograr su cometido (por ejemplo, Cajanal); concesiones de diferente índole adjudicadas de manera ilegal; confusión de contratistas e interventores, situaciones estas que en algunos casos facilita la impunidad y despeja el camino para que los operadores judiciales y los que ejercen la vigilancia administrativa cohonesten en forma desvergonzada con el delito, jamás de manera gratuita.

Este señor Presidente tiene sorprendido a todos y cada uno de los colombianos, con excepción del Senador del Polo, Jorge Enrique Robledo, quien, en medio de su brillantez intelectual y manejo de buena retórica, se le ha disminuido considerablemente su capacidad en los órganos de sus sentidos frente a la realidad “Santos”. Los màs sorprendidos y desconcertados son los “uribistas” clase A, quienes no contaban con la astucia del señor Presidente, ni con su inmensa capacidad y buen tino para el manejo de la cosa pública.

Con sus decisiones hasta el mismo queda perplejo. En su inmensa y acertada agenda de reformas que ha presentado al Congreso, se encuentra una de gran importancia y prioridad con la que  busca hacerle frente a la pandemia de la corrupción con una ley de corte draconiano, y no es para menos, en un país con una abrumadora mayoría de bandidos, infiltrados algunos en el Legislativo, no se puede hablar de disposiciones de ‘pañitos de agua tibia’.

Pero, ocurrió lo màs inesperado por la gente de bien, el mencionado proyecto de ley empezó a ser bloqueado en el seno de la Comisión I del Senado, por parte de los conservadores que se oponen a la iniciativa, situación incomprensible e inaceptable que se busque con esta posición inicua torpedear la herramienta eficaz para enfrentar a los corruptos que deambulan por doquier, incluido los pasillos del Capitolio.

La corrupción es, sin lugar a dudas, una amenaza latente para cualquier sociedad, desestabiliza sus instituciones y tiene una  gran afectación en los valores de la democracia, la ética y la moral, socava la justicia como tal y atenta contra el imperio de la ley. El Estado que permita el apoltronamiento de la corrupción y sea permisivo en su expansión y no tenga como prioridad una lucha coercitiva frontal para su erradicación, está condenado a vivir a futuro los días màs aciagos de su historia, lo que lo conduce indefectiblemente al despeñadero y al caos total de la sociedad  y termina imponiéndose la ley del màs fuerte.

Las diez plagas de Egipto como los cuatro jinetes de la Apocalipsis son unos ramitos de flores que, por decirlo de alguna manera, adornan el salón principal de una fiesta de ‘quinceañeras’ comparado con los estragos, la desolación y las secuelas que deja a su paso una corrupción rampante como la que tenemos que soportar en Colombia una mayoría de gente buena frente a la de unos pocos portadores de esa peste, con la connivencia y el cinismo extremo de ciertos Organismos de Control.

Sería muy conveniente que los organismos de control investiguen a fondo la ‘troika’ que viene operando en Manizales: Secretaria de Tránsito Municipal, Policía Nacional y una persona natural, quienes son los encargados del manejo, detención y custodia de los automotores que por diversas causas son inmovilizados y llevados a ‘ruta 30’ (patios), reflejándose  ciertos visos de corrupción en el manejo de los comparendos, parqueadero y servicio de grúa obligatorio. ¿Cómo se otorgó la concesión de los patios o parqueadero? ¿Cómo es el negocio obligado de la grúa? ¿Por qué  entregan los carros  sólo dos días a la semana?¿Por qué no permiten el uso de las grúas de las Compañías de Seguros?

Ahí tienen señores de la Procuraduría Provincial, para que demuestren para que sirven.

Manizales, Noviembre 19 de 2010.