20 de abril de 2024

El costado más sombrío del Premio Nobel de Economía

18 de octubre de 2010
18 de octubre de 2010

Peter Diamond, Dale Mortensen y Christopher Pissarides, galardonados con el Nobel de Economía 2010 el lunes pasado por sus estudios sobre desempleo, cobrarán esa "suma interesante", pero tampoco se volverán multimillonarios: luego de impuestos, cada uno embolsará 250.000 dólares. Casi un cuatro ambientes en Palermo, y sin amenities.

En los últimos años, los economistas debieron acostumbrarse a compartir el Premio Nobel. "De alguna forma, la sensación que queda es que ninguno de los reconocidos vale más de un tercio", dijo años atrás el profesor de Princeton Orley Ashenfelter. Sylvia Nasar, la autora del libro "Una mente brillante", que tuvo su película homónima ganadora del Oscar y trata sobre la vida del laureado John Nash, fue más cruda aún: "En el ambiente de los economistas es común escuchar que las estrellas que verdaderamente lo merecían ya se acabaron, y ahora quedan premios para los que sobran".

Lo cierto es que, a pesar de recibir la misma cantidad de plata y de surgir de un proceso igual de secreto y bizantino que para el resto de las categorías, el Nobel de Economía carga con sutiles diferencias que lo convierten en una suerte de "primo pobre" de galardones como el de Literatura, Física o Química. Para empezar, las medallas que se otorga son distintas al resto, y también el nombre: oficialmente es el "Premio Banco Central de Suecia a las Ciencias Económicas en memoria de Alfred Nobel". Fue el último rubro en crearse, en 1968, como parte de una movida de marketing de la autoridad monetaria sueca para festejar los 100 años que cumplía.

En su legado original, el magnate de la dinamita estableció que el premio debía "promover nuevas investigaciones". Pero en Economía, criticó Paul Krugman, Nobel 2008, se suelen reconocer académicos que hicieron alguna contribución hace veinte años o más. "Terminan yendo a personas que hace rato pasaron su edad más productiva de investigación", sostuvo. La edad promedio de los Nobel de Economía es de 67 años, muy por encima de los 52 de los de Física. William Vickrey, padre de la teoría de subastas, murió en 1996 a los 82 años de un ataque cardíaco, tres días después de ganar el Nobel, probablemente por el stress derivado del reconocimiento que se le hizo.

Ni Diamond, ni Mortensen ni Pissarides figuraban entre los diez primeros puestos en las apuestas previas de los economistas, lo cual muestra lo difusa y fragmentada que está hoy la meritocracia en la "ciencia sombría". La reputación de los Nobel muchas veces se termina construyendo ex post. "Como el beso de la doncella que convierte a un sapo", lo definió William Breit, del MIT, "en un príncipe apuesto".