El «habitante de la noche»
"No no sé porqué los terrícolas se amañan tanto en esta vida y se niegan a viajar. Yo estoy muy tranquilo", le susurró a su niña, que hoy es mamá y tiene varios hijos.
Antonio (77 años, de Salgar, Antioquia) dijo muchas veces que no le temía a la muerte, y preparó con antelación su epitafio: "Aquí yace un simple estudiante de la vida que nunca se graduó". Juan Carlos Piedrahita le preguntó por las claves de su trabajo y se encontró con una respuesta fascinante: "No tengo estilo, por eso sigo explorando y trato de renovarme cada día. No tengo certezas y mi alimento es la incertidumbre".
Antonio, "el señor de la noche", como lo promocionaban en Todelar, su última casa radial. "Una voz en el camino", como se le conoció en Caracol. Ibáñez, el estudioso de los astros y el universo, el consagrado lector, el conversador noctívago, el ameno y culto contertulio, el hombre solitario (vivía solo en un pequeño apartamento, acompañado por cientos de libros) se declaró cansado y dispuesto a partir, como le dijo a Alexia, dedicada a las finanzas, lejos de las reflexiones y divagaciones diarias de su padre.
El erotismo en la Biblia.
Tantos años en la radio y la televisión (porque muchas veces hizo transmisiones simultáneas) lo llevaron a hablar de lo divino y lo humano. Desde la política hasta la reencarnación, pasando por el erotismo en la biblia y el caso particular de Lot, que se acostó con sus hijas.
Ibáñez dirigió "Encuentros de Media Noche", de 12 a 4 a.m. La libretista y comentarista de televisión Marta Bossio confiesa que cuando lo sintonizó por primera vez, se encontró con una gran sorpresa.
"Antonio Ibáñez y sus invitados aterrizaron en terreno concreto, le dieron vida a un tema que parecía de museo y lograron interesar con su conversación. Apoyados en una serie de ejemplos emprendieron veloz recorrido por las costumbres de la época. Aludieron al pavoroso cinturón de castidad. Explicaron cómo y por qué las grandes damas usaban el corsé. Se metieron en la vida privada de los Papas renacentistas hablando de sus aventuras y presentándolos como sabios disolutos.
Dejaron dudas sobre la santidad de algunos poetas místicos (San Juan de la Cruz, la madre del Castillo, Santa Teresa), calificando sus poesías ("muéstrate ya de frente, mátenme tu presencia y tu hermosura") como versos de amor terrible, cargados de soterrada pasión"
Tenso el arco.
Hablando de estos temas y la existencia humana, que tanto hurgaba mi querido Antonio, a la manera de Julio Ramón Ribeyro hay que decir: "La única manera de continuar en vida es manteniendo templada la cuerda de nuestro espíritu, tenso el arco, apuntando hacia el futuro". Nunca he podido comprender el mundo y me iré de él llevándome una imagen confusa…