29 de marzo de 2024

El principio del fin

26 de septiembre de 2010

Desde el año 2004, las Farc vienen padeciendo un ocaso inevitable, con la pérdida de sus más altos mandos: paso a paso se ha ido desmembrando la estructura militar y política de esta narcoguerrila terrorista. Por su parte, el presidente Santos, con gran sobriedad –sin tanto aspaviento–, se erige y consolida como un líder de mano dura y contundente efectividad en la lucha contra el crimen organizado.

El último golpe asestado a las Farc por nuestras gloriosas Fuerzas Armadas y de Policía es, con certeza, el más significativo de todos los tiempos: este es el principio del fin para las Farc. El Mono Jojoy no solo era un estandarte de la vetusta guerrilla de Tirofijo; era también literalmente el brazo armado de las Farc, el determinador y a la vez ejecutor de los crímenes más abominables de los que tenga memoria nuestra nación.

Las desmovilizaciones de guerrilleros rasos se producirán en masa y a borbotones. La moral de la guerrilla –si es que se puede utilizar el término, en tratándose de estas ‘bestias’– ha de estar por el suelo. Cuando la cabeza cae, el cuerpo no responde. No se trata de Raúl Reyes, que técnicamente era un guerrillero de salón: en la ‘Operación Sodoma’ se acabó con el verdadero motor del terror, la máquina que agitaba la fuerza bruta destructora de las Farc y que infundía en los insurgentes un odio sin par hacia lo que significara legalidad.

Las Farc no solo están arrinconadas y en la mira, sino que, además, se han quedado sin amigos. La Unión Europea y todos los países decentes del mundo las declararon terroristas; hasta Chávez y Correa les hacen el feo, luego de quedar en evidencia sus estrechos vínculos con la inefable ‘bandola’ de Alfonso Cano (despreciable individuo que no demora en ser dado de baja). A ver si ahora el sátrapa venezolano se atreve a pedir un minuto de silencio por el alma del Mono Jojoy.

Lo que corresponde en este momento histórico de la Patria es no claudicar en el intento de exterminar por el camino militar a las guerrillas colombianas, sin descartar de plano una solución negociada y política, carente eso sí de condiciones e imposiciones por parte de los alzados en armas. Para alcanzar la victoria total, el Gobierno debe fortalecer a las Fuerzas Armadas, invirtiendo en tecnología, armamento e inteligencia, de ser necesario creando un impuesto de guerra, que, en mi caso personal, estaría honrado en sufragar.

Quienes desafían y ofenden a las instituciones democráticas deben saber y entender que el Estado nunca pierde, que, al final, la fuerza legalmente constituida termina imponiéndose sobre aquellos usurpadores que pretenden hacer valer sus posturas a través del terror y la muerte, enarbolando falsos y manidos ideales.

La ñapa: No comparto la mojigata e hipócrita posición de aquellos que señalan que es inapropiado alegrarse de la muerte del Mono Jojoy. Tenemos adquirido hace muchos años el derecho a estar henchidos de júbilo y felicidad, pues se trata de un verdadero monstruo que destruyó la vida de miles de compatriotas. Lo que sí lamento es la muerte de Sasha, porque entre más conozco a hombres como Jojoy, más quiero a los perros.El Heraldo.