Transición de Uribe a Santos
Pero en esta ocasión se trata de una transición sui generis; se viene de dos mandatos seguidos de un Presidente que adicionalmente ha sido muy popular. ¿Qué recibe el nuevo gobierno, en materia de paz, seguridad y defensa del que termina? Una situación de seguridad sensiblemente mejor que al inicio de su mandato. Unas FF.AA. fortalecidas que han adelantado una estrategia contra-guerrillera relativamente exitosa –unas guerrillas desprestigiadas ante la opinión pública; golpes contundentes a las guerrillas pero que no significan su derrota militar, pero igualmente con fallas graves en el campo de los derechos humanos y del DIH –recordar los casos de homicidios de compatriotas humildes denominados ‘falsos positivos’- y también con deficiencias en seguridad –los desplazados fueron colombianos que no tuvieron seguridad en los sitios donde vivían y por ello debieron abandonar sus moradas-, una creciente inseguridad urbana –especialmente en las grandes ciudades- y un cuestionado acuerdo militar con USA para el uso de bases militares colombianas que la Corte Constitucional está a punto de fallar sobre su constitucionalidad y un vecindario en la región suramericana preocupado por este tema y con una Colombia aislada o auto-aislada por prevenciones ideológicas con la mayoría de gobiernos de la región. Finalmente, una opinión pública descreída sobre la salida política al conflicto armado, pero igualmente segura de que el problema guerrillero no se ha resuelto. Paradójicamente una opinión internacional preocupada por el tema de los derechos humanos en nuestro país y por la necesidad de terminar con la confrontación armada interna.
Por lo tanto, el presidente Santos seguramente va a mantener los elementos centrales de la Política de Consolidación de la Seguridad Democrática, especialmente la estrategia contrainsurgente que ha sido exitosa y cuya base se fundamenta en la combinación de inteligencia –técnica y humana- y la utilización de la aviación de precisión. Pero, adicionalmente va a requerir formular e implementar una clara estrategia de seguridad ciudadana que incorpore el combate a las BACRIM o lo que algunos denominan los neo-paramilitares, que en buena medida está detrás del incremento de la inseguridad urbana; igualmente se requiere una política de seguridad fronteriza que permita una protección integral de las fronteras y en esa medida lograr incidir positivamente en disminuir las tensiones con los vecinos. Lo anterior puede requerir iniciar un proceso de reconversión de algunos sectores de las FF.AA.
Esto debe ligarse a una nueva política exterior que combine la buena relación con el aliado histórico, Estados Unidos, articulándose mejor con el nuevo discurso del gobierno Obama y dejando atrás la vieja retórica del gobierno Bush, con un acercamiento claro al vecindario suramericano; para ello será fundamental una política exterior profesionalizada y no ideologizada. Colombia no debe aislarse de sus vecinos suramericanos, sino tener una política proactiva frente a los organismos de integración subregional.El Universal.