5 de octubre de 2024

Tomando Yagé, en Quinchía

7 de agosto de 2010
7 de agosto de 2010

El Yagé e es un bebedizo, un purgante, un líquido negro que hace vomitar al más fuerte, es el extracto de un bejuco que lleva su mismo nombre y que según la tradición de los indígenas es una planta que Dios envío en un rayo para que los hombres pudiesen comunicarse con él.

 Según los que lo han probado esa planta es un purgante no sólo para el cuerpo  sino también para el alma,  de tal modo que luego de esa experiencia se despiertan los sentimientos después de haber conducido al curioso  por los terrenos cercanos a la muerte.

Es una sustancia catatónica que inclusive puede matar al paciente. De ahí que esté prohibido o no recomendado para las mujeres en embarazo, para mujeres que estén menstruando o para personas que tengan problemas intestinales.

 El Yagé es un líquido negro que se toma en grupos de hasta veinte personas con la orientación de un indígena llamado ‘el Tata’ quien  hace una limpieza espiritual con ramas alrededor del grupo de participantes.

Luego de la toma llega el vómito y el que tomó el bebedizo empieza a observar ciertas escenas como las de un televisor antiguo, escenas que van y vienen  hasta que ingresa a un cuadro lleno de colores como el de un televisor plasma gigante y es allí donde algunos afirman haber hablado con los muertos y hasta con el mismo Dios, según los que lo han probado es una experiencia muy cercana a la de volar  con alas propias sin las limitaciones del tiempo y del espacio. El paciente después de varias horas regresa hablando de las posibles maravillas que encontró en el sueño. Pero algunos nunca logran ver nada.

 Todo este panorama sería muy interesante  si no se encontraran en investigación varias muertes que se han producido en Colombia por la práctica indiscriminada de este ritual  que tiene visos de adicción cuando el paciente regresa una y otra vez para comprar la dosis que llega a tener un costo que oscila entre los cincuenta y los cuatrocientos mil pesos.

En Quinchía por ejemplo el frasquito cuesta cincuenta mil pesos y existen participantes que al despertar piden la segunda tanda.

 Algunas comunidades indígenas  han protestado por la manipulación indiscriminada y comercial que se ha hecho de lo que ellos consideran como un elemento que hace parte de su tradición sagrada, a esa comercialización los nativos más ortodoxos la denominan como la prostitución de sus costumbres con fines netamente económicos y comerciales.

 Para algunos el Yagé es sólo un purgante o  una planta de la naturaleza y para otros es una experiencia maravillosa que les ha permitido reiniciar su vida. Hoy vivimos en un mundo que se la pasa buscando novedades y esta es una novedad.

Pero como decía un psicólogo que conocí hace unos días en Bogotá  “para novedades lo clásico”.  Y en medio de un mundo que busca tantas cosas,  existen clásicos que son fascinantes y que nunca pasarán de moda. La comunión por ejemplo no produce alucinaciones pero transforma y una Confesión bien hecha es capaz de hacernos vomitar el alma.

 Al joven de 28 años lo tenemos de vuelta y está intentando hacer regresar a otros. Ese clamor por la misa, la camándula en su pecho y esa preocupación por la vida espiritual de los jóvenes son signos de que algo muy grande le ha pasado.

Son tal vez  esos extraños e insondables caminos que Dios elige para llamar al que está alejado. Yo no sé si me tomaría el Yagé,  por ahora me quedo con la comunión y con una que otra confesadita de vez en cuando.