Los inmigrantes: futuro incierto
La muerte de 72 inmigrantes evidencia el peligro que corren los latinoamericanos al llegar a México, en su difícil marcha hacia “el paraíso”.
Por su parte el gobierno francés, con el fin de congraciarse con la ultraderecha, inició una campaña para expulsar a los gitanos; se viene desatando la xenofobia contra todos los inmigrantes, aprovechando la crisis económica.
En los últimos 30 años se observa un brusco aumento de los flujos migratorios, desde América Latina hacia Estados Unidos, en busca del “sueño americano”, y hacia Europa tras El Dorado. Los países industrializados generaban nuevos empleos que los autóctonos no podían hacer: recolección de cosechas, atención a niños y ancianos, oficios domésticos y tareas del sector de servicios; es decir, trabajos precarios con bajos salarios. Mientras tanto los nacionales se dedicaban a actividades de prestigio, con mejor pago.
Frente a la necesidad de mano de obra barata surgieron redes sociales y empresas de empleos que reclutaban a los trabajadores, directamente, en los países del tercer mundo. De este modo enganchaban a personas con bajo nivel de formación académica y sin calificación, dispuestos para un trabajo precario, pesado, inestable y con poca remuneración. Una vez instalados en el nuevo país luchaban por trasladar el núcleo familiar, buscando acompañamiento en un país hostil que discrimina a los extranjeros.
Desde el año 2000 aumentó la migración hacia Europa, debido a que se generaron mejores condiciones económicas en países como España e Italia y por las restricciones en Estados Unidos, después de los hechos terroristas del 11 de septiembre de 2001. En esta coyuntura España se convirtió en el paraíso para los latinoamericanos, por la facilidad del idioma y por la cultura. Las mujeres fueron las más favorecidas porque se abrieron miles de empleos en los hogares, para actividades como oficios domésticos y el cuidado de niños y ancianos.
En conclusión, se calcula que Colombia tiene 4 millones de migrantes y América Latina ya superó los 30 millones. Esto es importante por el significado de las remesas en la economía de cada país, dentro del PIB. Un caso especial es el de China. Se afirma que los chinos que trabajan fuera han contribuido al boom económico de su país, pues las remesas que enviaron sus trabajadores, en el año 2009, alcanzó la cifra de 48.000 millones de dólares.
La tragedia de Europa
Es indudable que los Estados Unidos y Europa viven la peor crisis desde la Segunda Guerra. Buena lección para el capitalismo salvaje y para el neoliberalismo, pues despreciaron y minimizaron el papel del Estado.
Se asegura que los países de Europa están pagando el precio del orgullo, pues cuando los políticos crearon la Unión Europea trataron de organizar un bloque poderoso, de mejor familia, para diferenciarse de los Estados Unidos y de las orientaciones de Wall Street. Pero no pensaron en las consecuencias: la integración de 27 países con economías disparejas, con culturas disímiles y moneda única, exigía mejor preparación y visión de largo alcance. La eliminación de barreras legales para el movimiento interno de la mano de obra trajo beneficios, pero surgieron los problemas causados por los idiomas, las diferencias culturales y los nacionalismos.
Y hoy los países europeos están padeciendo los mismos problemas que criticaron al tercer mundo: exagerado gasto público, endeudamiento excesivo y caos fiscal. Esta tragedia la viven los países llamados PIGS (Portugal, Italia, Grecia y España), pero también la están padeciendo los otros de la Eurozona. Incluso economías tan poderosas como las de Inglaterra, Alemania y Francia, están haciendo ajustes pues salieron a rescatar bancos y empresas, cuando empezó la crisis, y por ello aumentaron sus propios déficits.
Por estas razones se afirma que peligran la Unión Europea y el Euro. En los países de la Eurozona el desempleo pasó de 11.3 millones, en abril de 2008, a 15,8 millones en julio de 2010. Pero las diferencias entre las naciones son profundas. Tal es el caso de España, uno de los países más endeudados del mundo, con 4,6 millones de desocupados y cinco millones de inmigrantes. Por ahora Europa se aprieta el cinturón. Se acabaron los buenos salarios, las vacaciones envidiables y generosas, la jubilación temprana y el sistema paternalista. Los europeos esperan mejores tiempos; mientras tanto miran con desprecio a los extranjeros.
Miedo a los inmigrantes
Los europeos siempre han despreciado a los inmigrantes del tercer mundo: argelinos, turcos, marroquíes, “moros” y latinoamericanos, “sudacas”. Ven en ellos a invasores que amenazan su seguridad y cultura, que les quitan el empleo. Por estos aspectos tanto los gobiernos como los líderes políticos, los mantuvieron en los cinturones de las ciudades, apartados de la sociedad. Pocos mandatarios y dirigentes se atrevieron a condenar el racismo y la xenofobia.
Hoy estos problemas se multiplicaron debido a la crisis que se disparó en 2007 y, por esta razón, varios gobiernos de Europa están copiando la metodología usada en Arizona para cazar latinos. El 23 de abril del presente año la gobernadora, Jan Brewer, sancionó una ley que convierte en delito la inmigración ilegal. No portar documentos que sustentan el estatus migratorio se convierte en infracción y las penas contemplan privación de la libertad, multa de 2.500 dólares y la posible deportación.
Varios países de Europa están copiando estas medidas. Por ejemplo en España algunos mandatarios locales están considerando limitar los derechos de los inmigrantes indocumentados. Y el parlamento europeo aprobó la “Directiva del Retorno”, para detener y expulsar a los inmigrantes que no tengan documentos.
El gobierno de Francia ya ha venido caminando en esta dirección; los sacrificados, hoy, son los gitanos. El ministro del Interior, Brice Hortefeux, informó a la prensa sobre el desmantelamiento de 40 asentamientos gitanos ilegales y de la inminente deportación de 700 inmigrantes, hacia Rumania y Bulgaria. Al respecto el presidente Nicolás Sarkozy se comprometió a levantar, por ahora, la mitad de los 300 campamentos que hay en el país. Y estamos hablando de ciudadanos de Rumania y Bulgaria, países miembros de la Unión Europea, que tienen derecho al libre tránsito, a menos que no tengan recursos para mantenerse, o que amenacen la seguridad del país.
Pero los gitanos vienen recibiendo apoyo. El sacerdote Arthur Hervet, de una parroquia de Lille en el norte de Francia, afirmó que reza para que el presidente Sarkozy tenga una crisis cardíaca y suspenda la guerra contra el pueblo gitano.
Europa vive una paradoja: necesita cada año dos millones de nuevos trabajadores para reemplazar a la población que envejece y sin los inmigrantes su economía entraría en una profunda crisis que la llevaría al colapso.