5 de octubre de 2024

La infelidad ni es contagiosa ni se hereda

20 de agosto de 2010

Para el siquiatra David Reuben, las etapas de riesgo las condensa en tres fundamentales, que son según él, una que se presenta en el primer año de matrimonio, pues según el científico, una vez pasado el idilo o calentura, vienen las responsabilidades de ser un socio y proveedor. La inmadurez en el hombre, que pierde  la capacidad de adaptación a los nuevos roles,  pretenden arrancar de cero, dedicándole un tiempito libre a las aventurillas con otra mujer. También puede ocurrir, que pasados unos cinco años con la misma “vieja” , ya calmó fiebre, pasó la novedad y entonces el individuo en cuestión “cranea” si de pronto encuentra en otra vieja algo diferente que le pueda ofrecer, y entonces, como quien se manduca un “almuerzo ejecutivo” , cambia el menú fuera de casa.  La tercera amenaza es  a que le dé por jugar al adolescente  cuando al cumplir los cincuenta añitos,  cree que ya está “acabado” o que se esté perdiendo de algo, razón por la cual se lanza con kamasutra en mano en la búsqueda de una fémina que lo ponga “al día” buscando relaciones sexuales clandestinas, con una sobredosis bastante llena de caprichos y que pueden resultarle altamente perturbadoras.

Pero, realmente que hace que el hombre decida “ cambiar de  menú casero y se vaya a buscar en la calle otro clase de menú? Según el Dr. Reuben, confluyen muchos factores, entre ellos fantasear sexualmente, pero inofensivamente, pero si el asunto que barrunta ya lo relaciona con decir “que mi esposa no me da lo que necesito, sin explicitar negativismo en el catre ni ausencia de los nexos afectivos” se agarra de que como ella ya lo tiene seguro, el hombrecito se venga de eso por la vía sexual. Pero también puede suceder a menudo, que la mujer se torne indiferente, o descuidada en su apariencia y esto le da fuerza al marido para caer en brazos de otra mujer. Otros motivos que llevan a la infidelidad, tiene que ver con su relación en el trabajo, en especial si este es nuevo, o muy pesado, lo que lo obliga a llegar más tarde a casa, y cuando  entraba  a su hogar, la vieja ya estaba roncando, no había ni cena , ni merienda y mucho menos opciones de postre carnal , entonces cenaba con mi Secretaria y una cosa lleva a la otra .

En otro típico caso de infidelidad, el hombre, que había discutido con su esposa, se fue a tomar un café, y la empleada que lo atendió en forma amable, y además lucia abultados atributos, le encendió su “ego conquistador”, y le echó el cuento a la nena, la cual no cayó de cabeza sino en forma horizontal, y al pillo maridito le quedó gustando. De estos hechos, su esposa ya habrá entrado en sospechas de que algo no anda bien con su consorte, pero tal parece que la búsqueda de aventuras de ese tipo, no es en sí la búsqueda de satisfacción sexual, ni excitación, pues dice  Reuben, que “la parte sexual empieza  y termina en la mente de los participantes” , ya que los órganos sexuales no son sino medios para intercambiar sensaciones sexuales. Lo decisivo se desarrolla en el plano puramente emocional. Es por ello, según muchos siquiatras y sicólogos, que los cimientos de la dicha o la desdicha no se implantan en la alcoba, sino en la mesa del desayuno.

En pocas palabras el intercambio frecuente del diario acontecer, el dialogo franco y sincero, las insinuaciones para los proyectos a realizar, es decir ambos sintonizados, serán los que afiancen la relación en pareja y no los momentos fugaces que bajo las sabanas se confunden en estrechos abrazos y sutiles ruidos guturales y el “chillido de la gata en celo” como dicen otros, a manera de gracejo.
Si hay simbiosis permanente y las relaciones sexuales los satisface plenamente a ambos, se alejan las posibilidades de ir a comer “lechona en la casa de al lado”.
“Se fiel a ti mismo. Quien otro podría serlo más?

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