Héctor Ocampo Marín
Héctor Ocampo había nacido en Pereira en el seno de una familia humilde, pero adornada por los más ricos principios éticos y cristianos. En nuestra ciudad hizo sus primeras letras y aquí obtuvo el título de bachiller. Ayudado por los más importantes dirigentes políticos y cívicos de la región, de quienes se ganó el cariño y el respeto gracias a su extraordinario don de gentes, a su permanente disposición a trabajar por las causas buenas del Departamento y a sus condiciones de liderazgo, ocupó importantes posiciones en la vida pública y privada de la comarca.
Muy joven demostró sus innatas capacidades para la escritura y su vocación al periodismo y la literatura. Se vinculó, sin ninguna retribución monetaria, a las incipientes empresas periodísticas de la época y en todas fue extraordinario escritor, leído columnista, acatado consejero y excelente periodista.
Luego se radicó en el Quindío, en Calarcá más específicamente, en donde entre otras ocupaciones públicas ofició como síndico del Hospital La Misericordia dejando una profunda huella de honestidad, de responsabilidad y de entrega por las labores que se le encomendaron y siempre asumió con entrega e inteligencia.
Vinculado por amistad y por una bien ganada confianza a la casa del ex presidente Mariano Ospina Pérez, se fue a vivir a Bogotá donde trabajó al lado del insigne hombre público y muy especialmente en el diario La República, periódico fundado por el doctor Ospina, y donde igualmente fue desde excelente escritor hasta importante subdirector.
A la par con esta labor, Ocampo Marín se dedicó a la academia como profesor que fue de periodismo y literatura en varias universidades de Bogotá y al cultivo de las letras escribiendo distintas libros, entre ellos una excelente historia de la literatura regional y una biografía de su amigo y mentor, el ex presidente Ospina, que le valió un Premio Nacional Pe periodismo en 1992.
Desde estas columnas registramos con pesar la desaparición de quien fuera un extraordinario periodista, mejor escritor, insobornable columnista, respetado director y, por sobre todo, un excelente ser humano y una persona que nos honró siempre con su sincera e incondicional amistad.