3 de octubre de 2024

El ojo del Halkón

7 de agosto de 2010

Recuerdo esto porque lo mismo estará pensando el expresidente de la república Eduardo Santos de su sobrino nieto, Juan Manuel Santos Calderón, quién a partir de ayer ejerce como Presidente de la República, lo que hará a don Eduardo y a su esposa Lorencita muy felices.

Mucho se espera del gobierno de Juan Manuel Santos, por lo menos en la designación de sus inmediatos colaboradores lo hizo muy bien y encontramos personas amigas y más que eso capaces de hacer las cosas muy bien pues la mayoría son tecnócratas, y de política poco poco, pues esa carga se la dejaron al nuevo ministro del interior Germán Vargas Lleras, quién también tiene una gran responsabilidad de dejar muy en alto el apellido Lleras en honor a su abuelo, uno de los más grandes estadistas que ha tenido Colombia en su historia, como fue Carlos Lleras Restrepo.

Comencé hablando en primera persona porque llegué muy joven a la casa editorial El Tiempo, cuando Juan Manuel y Francisco Santos eran, al igual que yo, unos mozalbetes quienes mirábamos el mundo con grandes perspectivas y que nos llevaría por el mundo del periodismo a recorrer gran parte de la historia del país.

“Pachito” llegó a la vicepresidencia de la República después de sufrir las consecuencias, como el suscrito, de un secuestro y el tranquilo Juan Manuel ahora tiene banda presidencial y es el señor Presidente de la República, mientras que yo sigo escribiendo y siendo como ellos en base, periodista de lo que nos sentimos orgullosos.

Hoy que comienza un nuevo capítulo de la historia colombiana, con la ascensión al cargo de Juan Manuel, espero que no solo el apellido de los Santos quede muy en alto, sino el nombre de los periodistas y que no se cumpla aquello que dice, que los grandes periodistas no son buenos estadistas.

Se espera mucho, se habla mucho, se especula mucho, porque no hay seguridad del comportamiento a seguir del Presidente Santos con referencia a su antecesor Álvaro Uribe Vélez (hombre terco, decidido y echado para delante como son todos los hombres y mujeres nacidos al filo de la montaña), porque mucho se dice que él puede seguir la línea de este o puede darle la espalda a lo que me atrevo a decir que no creo en una traición por parte del nuevo mandatario sino en el cambio de estilo en la manera de gobernar.

Ya no habrá arepas, ni migas, ni chocolatico caliente en la Casa de Nariño, porque el menú cambiará pero de una cosa si estamos seguros, es que habrá una mano amiga para buscar solución a los problemas en todos los campos que quedaron sin resolver y que ahora el nuevo Jefe de Estado tendrá que solucionar.

Quizá uno de los temas neurálgicos que tendrá que tratar el nuevo gobierno, es lo relacionado con las relaciones internacionales y principalmente para capotear a dos de los más intransigentes jefes de estado que hayan tenido América Latina en los últimos cincuenta años como son Hugo Chávez y Rafael Correa (el primero creyéndose la reencarnación del Libertador Simón Bolívar y el segundo como el mensajero del primero) pues no hay personalidad para tratar temas tan delicados como el terrorismo y las buenas relaciones en el campo económico que son sin lugar a dudas la piedra de tropiezo para una buena amistad continental.

Esperamos que la luna de miel de Juan Manuel Santos sea bastante larga para bien de todos y que se pueda lograr la paz y la tranquilidad perdidas en Colombia desde hace más de sesenta años, pues nuestra generación nació en medio de la guerra.

Vuelvo a las frases de mi abuelo para decir que lo que hizo Álvaro Uribe Vélez como presidente de la república fue bastante bueno, que cometió errores pero que el orgullo y la obsesión lo hicieron ver como el malo del paseo en más de una oportunidad.

La parte humana de Uribe Vélez, fue quizá lo más importante de destacar, pues como periodista tuve oportunidad de verlo más de una vez preocupado, lleno de nostalgia o lleno de alegría, hablando de cosas importantes o tan simples como la compra de una camisa de cuadros por los dos en un almacén (no de marca) sino de amor y de una atención agradable de una mujer de origen campesino que siempre creyó que sus muchachos quedaban muy elegantes.

No hay que decirle adiós al expresidente Álvaro Uribe Vélez porque estamos seguros que va a estar más pronto que tarde en la palestra pública, dando sus opiniones, sabias a veces, tercas en otras, pues no creo que sea capaz de acomodarse a ser un buen huérfano del poder.
[email protected]