5 de octubre de 2024

El desafío de la contracultura

12 de agosto de 2010

Según las estadísticas que el gobierno aporta, son relevantes a la llamada “casi total cobertura”, y unido a eso , una serie de “regalitos” , acompañados, desde luego, por los que le facilita el ,I.C.B.F. , como desayunos escolares, y otra serie de auxilios mediáticos, que se han prestado a toda suerte de interpretaciones.
La cobertura, podrá ser, en efecto, de un alto porcentaje, pues ha subido por ascensor. Sin embargo, la que se arrastra escaleras arriba es la calidad.
No es, para quienes  por años estuvimos  vinculados al sector educativo, que  el establecimiento de tres jornadas empezara a minar la calidad de la educación en el sistema colombiano, así como las variaciones constantes en los sistemas de evaluación y en la pobre capacitación de los docentes, en especial en el sector oficial, donde encontraron allí un fabuloso escampadero, terreno arado y listo para el facilismo y la pobre preparación de los estudiantes.
Sale la Ministra, en hombros, pero la historia nos irá mostrando que, prevaleciendo la politiquería, con sindicatos agachados, y manteniendo contenta a la gente con pequeñas y sostenidas limosnas, es de esperarse que la estantería se nos venga encima.
Tendrá el gobierno entrante un arduo trabajo para meterle muela al asunto, ayudado por los especialistas en estos asuntos; y para abandonar tantos sofismas que venimos arrastrando desde tiempo atrás.
El gran maestro y escritor norteamericano, René Dubos , hace un análisis muy profundo sobre lo que él denomina  “Desafío de la Contracultura”, y donde muy acertadamente dice que desde hace mucho tiempo se han venido buscando alternativas del orden social establecido, para dar respuestas a los motivos eternos del disentimiento, como son la jerarquía y los privilegios, la desconfianza que inspira la burocracia, el fuerte rechazo al hedonismo y, sobretodo,  él  subraya, la enorme esclavitud al consumismo. Este maestro no se basa en asuntos meramente utópicos, ni de personajes que se hayan apartado de la sociedad, él lo que ofrece son programas en donde se buscan nuevas formas de vida, y que estén ligadas directamente a las necesidades humanas fundamentales.
Es bien sabido que hasta hoy siempre se nos ha venido tratando de lavar el cerebro para inducirnos a creer que el progreso consiste en producir una infinidad de cosas complementarias, como lujosos y veloces carros, fastuosos edificios, un desaforado gasto del potencial eléctrico, un detrimento de los recursos, todo ello tendiente a convertir nuestras vidas en algo superfluo y, por demás, artificioso. Esta clase de progreso exige “poca imaginación”, y su probable resultado es un un paulatino retroceso a la edad media.
Por suerte, la misma sinrazón de las actuales tendencias está generando distintas formas de transformación que prevalecerán sobre las meras y crecientes fuerzas tecnológicas, que, si bien son necesarias, no pueden aventajar a otras quizás más complejas, pero que apuntan directamente al plano del conocimiento y, por ende, a la búsqueda de un mejoramiento integral del ser humano.  Aunque es cierto que los avances en tecnología general han demostrado la creatividad del hombre, muchos de esos logros benefician a los más pudientes, pues no conozco a campesinos rasos con automóviles, con televisión satelital y de pantalla plana, ni celulares con computador incluido: muchas de esas comodidades son privilegio de pocos. “La mengua en la calidad de la vida, que coincide con el aumento del poder económico, simboliza la tendencia de las sociedades tecnológicas a lo absurdo”.
Tal parece que en todos los períodos de la historia, las contraculturas han parecido irracionales, al menos en sus manifestaciones exteriores.
Lo que se piensa al respecto es que las personas están motivadas por una superior racionalidad más alta que la del orden institucional. Es bien interesante que se piense en la revolución del pensamiento, como lo deja entrever el maestro  Dubos.
Es bueno que se esté pensando en un serio examen de conciencia, dentro de la familia, la sociedad y los planteles educativos,  en la búsqueda de valores, unos que se han venido perdiendo, como el interés por la naturaleza, la intimidad, lo singular, incluso lo excéntrico.
Ya es hora de poner en tela de juicio la racionalidad del crecimiento económico ilimitado, y de replantear seriamente una profunda política social, que no sólo implica una distribución equitativa de la riqueza, pues la apatía de los más pobres no reside en las cosas sofisticadas sino en la búsqueda de un esquema social más inteligente, sin tanta demagogia, sin tanta politiquería, y dándole un vuelco profundo a los paradigmas de la educación, para que no sea un simple relleno de conocimientos trasnochados, muchos no útiles  en la vida práctica, y que, por estos mecanismos, las generaciones venideras afronten la vida de otra manera más realista, al poder involucrarse más fácilmente al mercado laboral.
La rendición de cuentas, para mí, es una de tantas pantomimas, en donde se mezclan verdades y mentiras, disfrazadas con muchos números pero nulas en la profundidad.
Doctor Santos, tiene un compromiso atrasado con la sociedad colombiana, póngase al día.

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