¿El corte de cuentas para la prosperidad?
Por eso, la primera conclusión es que un político cachaco, bogotano, de alta estirpe, es muy distinto a un político costeño que, por su naturaleza, encuentra casi imposible atacar y alabar simultáneamente.
Reconocidas debilidades del gobierno Uribe fueron el centro de los planteamientos del discurso presidencial: en pobreza, “Si superamos la pobreza,(…) Colombia despegará con una fuerza incontenible”, afirmó el presidente Santos. En empleo, adquirió el compromiso de “bajar el desempleo a cifras de un dígito (…)”; en tierra y los desplazados, “Con campos más seguros, promoveremos el retorno a sus parcelas con acompañamiento integral del Estado (…), y para completar, aseguró buscar como su gran obsesión “la prosperidad social”. Cambió el énfasis del gobierno y lo centró en lo que él considera es lo social. No abandona el tema de la seguridad pero plantea lo que ha sido un anatema para el ex presidente Uribe, la posibilidad de un diálogo con la guerrilla, “(…) mi gobierno estará abierto a cualquier conversación”, obviamente con condiciones.
Pero también atacó de frente el estilo uribista: su gobierno será “una urna de cristal”. Y para que no quedaran dudas, la corrupción fue tema importante al afirmar que “si alguien (…) abriga la oscura intención de lucrarse con los bienes públicos, le advierto desde ahora, que no trate de hacer parte de este gobierno”. Ecuador y Venezuela serán una prioridad y buscará no solo reconstruir las relaciones con estos países sino “restablecer la confianza y privilegiar la diplomacia y la prudencia”, que faltó en la pasada Administración.
En lo político dio un viraje total frente a lo que venía. Se declaró defensor de los partidos políticos y retomó una frase de Eduardo Santos: “Una sociedad civil sin partidos, no existe, ni puede operar una democracia sin ellos”. “La oposición será respetada y es necesaria para la democracia”, afirmó, marcando una clara distancia con el pasado gobierno. Y puso en el centro la defensa de los derechos humanos.
Además, envió un mensaje claro a las regiones después de la centralización que se ha vivido, y reafirmó su compromiso con fortalecer este proceso al tiempo que se comprometió con los intereses de la Región Caribe en cuanto al Fondo de Compensación y la Ley de Ordenamiento Territorial. Anunció hacer realidad los componentes de un “Buen Gobierno”, y de paso dos dardos: asegurar la independencia de la justicia y el equilibrio de los poderes, claramente irrespetados en el gobierno que termina.
Estos y otros planteamientos constituyen el necesario corte de cuentas para avanzar en la deseada y prometida prosperidad. Si todo estuviera bien se podría haber hablado de continuismo, lo que obviamente no se hizo. En lo único que expresó claramente continuidad fue en mantener el tema de la Seguridad Democrática. El ex presidente Uribe fue el que más entendió el mensaje y de allí su lenguaje corporal: nada contento, con cara seria, difícil de entender cuando se sale en medio de aplausos. Y, como buen cachaco, para compensar este duro balance, el nuevo Presidente fue muy generoso en elogios al afirmar que el presidente Uribe era “genial e irrepetible”.