Yonikito Nippongo
Sin embargo, cabe preguntarse: ¿Se puede realizar un mundial de fútbol de alta calidad con jugadores que tengan esos apellidos tan raros, que incluso suenan como a examen microbiológico de materias fecales?
Pero además ¿Puede ser limpio un evento donde el locutor, cuando el equipo de Brasil se encuentra en aprietos, dice: Sale Kaká por Elano?. Y como para reafirmar que ha sido un ‘yopomundial fundillero’ convocan a: Lugano, Mascherano, Gargano, Cristiano, Culano, Bresciano, Adriano, etc. Pero además, Hepinga y Culino acompañan a Kwan Chu-Chon en la línea frontal.
No sé. Habría que preguntarle a los especialistas en el tema. A aquellos que se dedican de alma, vida y corazón a mantener hipnotizados los 365 días del año, a los cada día más superficiales habitantes de este planeta.
Lo digo, porque dejé de entender el fútbol desde cuando un calvito cachaco, que funge como periodista deportivo, explica en erudito idioma complicadas ecuaciones a los neófitos idiotas el porqué los equipos costeños deben ser inferiores a los del interior del país, o al de sus preferencias. Pero además, porque hace unos días leí un informe que muestra el sorprendente aumento de los divorcios conyugales motivados por el fútbol. Razón entonces hay que otorgarle a la esposa del Pato Zambrano cuando dice: “Ya los maridos no solo son hinchas del equipo local. También tienen camiseta del Barza, del River, del Chelsea, del Bayer” y pare de contar. Así entonces, no tienen pierde, pues por alguno de ellos, el domingo con la fría en la mano estarán dispuestos a celebrar.
Efectos de la globalización, o de la ‘golbalización’, se podría afirmar. Sobre todo ahora cuando los indicadores económicos reconocen que el fútbol es la empresa más rentable del planeta. Por eso, resulta paradójico que para la realización de este espectáculo, que mueve toneladas de dinero, los adelantos tecnológicos (que podrían ayudar a las decisiones arbitrales) brillen por su ausencia. Y para colmo de males, prohíben que los hombres de ‘la madre de caucho’ se ayuden con la electrónica para enmendar sus errores. O sea, para los organizadores, lo mejor es hacer como el gato, tapar la jugada después de la embarrada. Por lo tanto, hemos visto como, sin pena ni gloria algunos equipos han sido devueltos a casa, porque perdieron en la cancha, pero ganaron en la televisión.
En fin, tendremos que reafirmar lo que dijo el cachaco Espinoza: “Este año, como las grandes figuras han estado lesionadas, muchos jugadores se han dedicado a exhibir sus guayos multicolores, los más exóticos peinados y hasta la marca reconocida de sus calzoncillos”.
Y de los equipos favoritos pareciera que les hubiera caído la sombra de Hitler, pues tanto Francia, Italia, Portugal y hasta Estados Unidos, rehuyeron a la confrontación.
En fin, como el calvito de la televisión nos cohíbe opinar sobre fútbol, solo nos resta concederle razón a mi suegra cuando afirma que “el Mundial ya hizo olvidar el petróleo que se derramó en el Golfo de México. Y que además no entiende por qué todos los jugadores andan detrás de la misma bola, si con tanta plata que recogen podrían darle un balón a cada uno, para que no haya tanto conflicto ni discusión”.
¡Ah!, creo que ya ustedes se dieron cuenta que hoy no tenía tema para escribir. Pero que de todas formas, no deseo que ahora salgan a decir que nos disgusta el fútbol. Lo que ocurre es que lo disfrutábamos más cuando las selecciones nacionales no eran patrocinadas por empresas de licores, ni tampoco un negocio de lucro universal. Por eso hoy, en vez de opinar sobre este tema que desborda las pasiones, prefiero lucir la camiseta de Korea del Sur, en cuya espalda dice: Yonikito Nippongo.
Y esperar que Don Chelo de Castro haga sus autorizados comentarios. El Heraldo.