Rapiña por la cámara
Hace 20 años Darío Arismendi Posada, director del periódico El Mundo y actual director de las noticias de Caracol Radio, escribió algunas páginas para el libro que publicó la editorial Oveja Negra bajo el título En qué momento se jodió Colombia y se preguntaba este miembro de la dinastía antioqueña de los Arismendi: ¿cuánto hace que la Constitución es letra muerta? Y decía: “crisis y desmoronamiento del Ejecutivo, crisis y desmoronamiento de la justicia, crisis y desmoronamiento del Congreso, de un parlamento que no termina de morir y que personifica los vicios ancestrales de una realidad que va por un lado y unas instituciones diseñadas para que no funcionen”.
Veinte años después no se ve que hayan acabado las crisis en Colombia. El país está pasando por las mismas situaciones difíciles y tensas de siempre.
El Constituyente del 91 estudió, discutió, aprobó y dotó a la nación de una Constitución moderna para Colombia, con un agravante hoy 20 años después, el país cuenta con una carta suprema cargada de letra muerta. Se dijo entonces con gran satisfacción por el presidente Gaviria que los mayores desvelos del gobierno y la asamblea nacional constituyente se habían fincado en la lucha por una patria abierta a la participación, que no fuera excluyente y en la que todos tuviéramos un lugar bajo el sol de Colombia, que nos cobijara por igual a pobres y ricos, a fuertes y a débiles, a los que han sido gestores de la historia y a quienes mañana lo serán. Letra muerta en la Constitución y letra muerta en el discurso del gobierno.
El polémico libro de finales de la década de los 80 consignó en sus páginas diversos puntos de vista, en los que periodistas y connotados escritores desvistieron las causas de la realidad nacional. Lástima que va uno a ver hoy la situación y estamos en la misma cosa. La forma como se plantea entre algunos quindianos el tema de la Cámara de Comercio de Armenia, siendo como es hoy la institución más importante del sector privado regional, demuestra la manera como aquí incide la crisis institucional del país.
La instalación de la junta directiva de la cámara elegida recientemente dejó ver como desde el exterior la incompetencia de la política, los politicastros andan detrás de la cámara, esto sería lo peor que le podría pasar a la entidad.
Supongamos que se necesita un cambio de orientación en la Cámara de Comercio, respetemos la opinión de quienes hablan de fatiga porque ha pasado mucho tiempo con una misma persona en la dirección de la institución.
Pero, ¿será que se puede promover un cambio en la cámara de comercio porque la diputada Sandra Paola Hurtado se explaye por algunos municipios presionando a los dignatarios de la cámara de comercio recientemente elegidos para que hagan lo que se quiere desde la voluntad de la politiquería? ¿Será que se logra un cambio trascendental en la Cámara de Comercio porque un quintacolumnista del Congreso de la República en crisis, el señor William Acero llame a directivos de la cámara a recomendar candidatos?
Dejémonos de vainas. Que se promueva un cambio si se requiere por el bien general, pero desde el liderazgo de los empresarios regionales. De sus comerciantes más representativos, de la gente de bien que anhela prospectar el desarrollo de la ciudad y el departamento a partir de programas y de políticas renovadoras del sector privado, pero no desde la pobre y menguada politiquería que ha fomentado por tantas décadas la descomposición y las crisis del país. No es miedo a la renovación, ni a la modernización o al cambio, es por pavor a la corrupción y al nepotismo que aquí todo lo quiere para sí. Jalémosle al cambio, proyectemos un mejor futuro para la región, pero con dignidad y grandeza, sin aceptar las pretensiones de los politicastros de una periferia contaminada y de un enanismo político, ético y moral, perverso y azaroso.