3 de octubre de 2024

Ministeriables de Risaralda

13 de julio de 2010
13 de julio de 2010

 A tal punto llegó el asunto, que el doctor Uribe Vélez afirmaba que le iba mejor sin nombrar a un risaraldense, porque cualquier decisión que tomara causaba controversia y desencadenaba una oleada de presiones para decir NO.

Caldas tuvo con Oscar Iván Zuluaga. Y que tal en el futuro con su flamante ministro de Transporte. Quindío se regodeó con Bernardo Moreno y Diego Palacio. Risaralda no tuvo en ocho años un cargo de importancia e influencia política. Lo peor es que, cuando se llegaba al punto, los más influyentes del departamento – ellos saben quienes son – afirmaban sin sonrojarse que al presidente Uribe lo habíamos elegido para salvar a Colombia y no para designar coterráneos. Como si no se pudiera salvar la patria con la ayuda de los nuestros. Que miopía, o que envidia.
En los comienzos del gobierno Santos pareciera que nos llegó el turno. Tal vez porque él tiene menos “amigos” en Risaralda, de aquellos que le hablarían al oído para dañar un nombramiento, nunca para lograrlo.
Se dice que la terna in pectore la forman Beatriz Uribe, Rodrigo Rivera y Germán Chica. Aunque sería preferible no mencionarlos para evitarles el furioso ataque de los propios pereiranos, con varios o con uno de ellos habremos avanzado. Enhorabuena. Pidamos para que los políticos locales no tengan comunicación con el nuevo presidente y obstaculicen alguna designación.
Un ministro no resuelve los problemas, pero si ayuda. Es un intercesor, como la virgen María en el caso de Jesús. Ella tiene más seguidores y creyentes que su propio hijo, porque es común pedir a través de “un buen amigo del jefe”. Porque llegarle a la máxima autoridad es más fácil con la discreta colaboración de un buen intermediario. No vayan a resolver ahora que no necesitamos ministro dizque porque su incidencia en la región depende de su capacidad de gestión. Para ayudar a la patria chica siempre existe la voluntad y son pocos los suicidas políticos que se marean a la hora de actuar y omiten a su tierra en los planes de gobierno.
Cerremos filas alrededor de un coterráneo en el alto mando nacional. No pongamos calificaciones, ni censuremos. Si a eso fuéramos, en la condición de humanos pocos serían los elegibles en el mundo. Cerremos las bocas de aquellos que en el gobierno Uribe despotricaron de sus “amigos”  e impidieron la cercanía al poder. Risaralda tiene demasiados problemas como para continuar la reconocida y perversa guerra intestina que nos caracteriza y envilece.La Tarde.