La salida en falso de Ingrid
Lo primero fue ver lo rápido que se esfumó su interés por la realidad política del país; luego, la ausencia de gestiones humanitarias para las liberaciones y ahora una espectacular demanda al Estado culpándolo de los perjuicios de su secuestro.
Los 15 mil millones de pesos que demanda la ex candidata presidencial y su familia son una afrenta a los colombianos. Quien fue postulada, no hace mucho, al Premio Nóbel de la Paz y quien fue la primera en calificar la Operación Jaque en la que ella y otros 14 secuestrados fueron rescatados como “perfecta”, sale ahora a pedir una millonada al Estado por los daños y perjuicios sufridos durante sus seis años de secuestro. El país recuerda las múltiples advertencias sobre el peligro que corría si, en medio de su campaña política, viajaba a San Vicente del Caguán. Sin embargo, la solicitud de Ingrid estaría sustentada en que varios oficiales del Ejército, el día de su secuestro, le garantizaron que no sucedería nada. Un argumento que, a todas luces, suena forzado y parece amañado para hacer aparecer al Estado colombiano como el gran irresponsable de la lamentable situación.
Ese argumento sencillamente no es convincente y, aunque todos lamentamos el episodio y sufrimos viendo los videos de una Ingrid demacrada por la dureza de los años en cautiverio, nunca pensamos en culpar al Estado por lo sucedido. En un país en guerra como este y en plena ruptura de diálogos de paz, una candidata presidencial no podía pecar de ingenuidad argumentando no saber dónde estaba.
Su exigencia es un acto de mezquindad por parte de quien aseguró que trabajaría de manera incansable por la libertad del resto de los secuestrados. Además, muestra una sociedad que está estratificada incluso en el drama del secuestro. Por un lado, están los militares liberados, de bajos recursos, que no han pensado en demandar al Estado, no obstante haber estado prestando un servicio al país cuando sucedió el secuestro, y por otro, aparecen estas “figuras nacionales” que, tras de contar con estilos de vida nada despreciables, siguen pidiendo más dinero en un claro acto de codicia.
Pero lo cierto es que en ese momento no era seguro viajar por esa zona a los pocos días del rompimiento de los diálogos del Gobierno con las Farc. Ella misma sabía que era la “presa” más que codiciada por un grupo guerrillero que tenía como práctica común el secuestro y que por sus estrechos vínculos con el gobierno francés y muchos gobiernos europeos sería una carta importantísima de ese grupo para ejercer presión en la comunidad internacional.
El Ministerio de Defensa manifiesta que no encuentra elementos objetivos para las pretensiones de la ex candidata. No sólo no los hay, sino que montaron un operativo que coordinaba inteligencia con un despliegue militar sin precedentes para lograr su liberación. Si estamos hablando de dinero, como lo quiere ella en este momento, ¿cuánto habrá costado la operación “perfecta”? Una vez conocida esta cifra, ¿será que el Estado colombiano le sigue debiendo a Ingrid?
Esta fue una salida en falso de quien hace unos años era una joven promesa de la política colombiana. Generó una profunda indignación por gran parte de la opinión pública. Esto, en definitiva, es un golpe mortal a sus aspiraciones políticas en el país, si es que todavía las tenía. Con esta jugada, cargada de mezquindad, su imagen de mártir y heroína, ya se ha agotado.