28 de marzo de 2024

La historia del Teatro Olympia

25 de julio de 2010
25 de julio de 2010

La obra, editada bajo los aupicios del Fondo Mixto para la Promoción de la Cultura y las Artes de Caldas, merece una mejor suerte editorial. Porque es un libro donde se rescata la historia de uno de los escenarios más importantes con que haya contado la cultura caldense. Sin embargo, un manto de silencio cubre hasta ahora la aparición de este libro. Ninguna reseña se ha hecho sobre una que compendia parte de nuestra historia como ciudad. Es como si su publicación no representara nada en el contexto cultural del departamento.

Es triste ver cómo un esfuerzo investigativo de esta naturaleza, que comprometió las energías intelectuales de Alvaro Atehortúa Carreño durante más de diez años, no ha merecido una breve reseña. ¿Dónde están, entonces, los comentaristas de libros? ¿Por qué quieren opacar con su silencio una obra que merece reseñarse? La opinión pública debe mantener informada sobre los libros que en Caldas se publican. ¿Por qué, entonces, tanto silencio con un trabajo de investigación tan importante? Están son preguntas que los círculos culturales de la ciudad están llamados a responder. Sobre todo porque se trata de un libro sobre nuestro devenir histórico.

"El Gran Olympia", el libro de Alvaro Atehortúa Carreño que recoge en sus páginas la vida, pasión y muerte del que otrora fuera escenario cultural por excelencia de la capital caldense, es un texto histórico que los manizaleños amantes del arte deben conocer. En sus 300 páginas está compendiado todo lo que representó para Manizales el desaparecido Teatro Olympia, impulsado entonces por los señores  Enrique Gómez Latorre y Aristides Amaya. Inaugurado el 8 de Mayo de 1930 con una velada artística a beneficio de la Cruz Roja de Manizales, tenía capacidad para 3.500 personas: dosmil en platea, mil en palco y 500 en preferencia.

Construido por los arquitectos italianos Angelo Papio y Giancarlo Bonarda que habían llegado a la ciudad después del incendio del 20 de Marzo de 1926, fue decorado por los artistas manizaleños Belisario Rodríguez y Clímaco Agudelo. Su arquitectura, de estilo Republicano, lo proyectó como una verdadera obra de arte tanto por su belleza interior como por sus acabados exteriores.  El día de su inauguración el periódico "La voz de Caldas", que era dirigido por el malogrado Eudoro Galarza Ossa, destacó el hecho en primera página. Papio y Bonarda fueron los mismos arquitectos que construyeron el edificio de la Gobernaciòn de Caldas.

En "El teatro Olympia", vida, pasión y muerte, Alvaro Atehortúa Carreño rescata para las nuevas generaciones la historia de una edificación que fue orgullo de la ciudad hasta el mes de Abril de 1978, fecha en que comenzó su demolición. Es una obra escrita con sentimientos de nostalgia por la belleza desaparecida. Aquí está la reseña de todos los grandes artistas que pasaron por Manizales cuando la ciudad todavía era el Meridiano Cultural de Colombia. Con un estilo directo, en una prosa ágil, el autor relata lo qué representó en su momento este escenario en donde se presentó María Félix en diciembre de 1953.

Después de leer este libro uno se pregunta por qué la clase dirigente no hizo nada por conservar una joya de la arquitectura Republicana de las características del Teatro Olympia. De haberse logrado que la nación lo declarara Monumento Nacional hoy no estaríamos lamentando su desaparición. Al contrario, estaríamos mostrando con orgullo un escenario que le dio a Manizales identidad nacional. Con este libro Alvaro Atehortúa Carreño nos está enseñando una parte de la historia de la ciudad. Aquella que tiene relación con su cultura, con sus valores humanos, con su expresión artística. Al fin y al cabo él siempre ha sido un divulgador de los valores de la tierra.