La alcancía
Se trata de una iniciativa de inmensa importancia. Acaso sea la medida de mayor fondo que el país pueda adoptar en los meses venideros para despejar-así sea parcialmente- los inquietantes nubarrones revaluacionistas que amenazan el futuro de la economía colombiana.
Y que tan graves riesgos le plantea a los sectores de bienes transables de origen agropecuario o manufacturero. Es, por decirlo así, la mejor vacuna que el país puede aplicarse para precaver la llamada “enfermedad holandesa”
La propuesta que entrega el grupo de técnicos deberá ser llevada por el próximo gobierno a consideración de las cámaras, a fin de que se convierta en Ley de la República ojala durante la próxima legislatura.
Dicho de manera muy sencilla, la “regla fiscal” consiste en crear, con la obligatoriedad que impone una ley de alta jerarquía, una “alcancía” que se irá nutriendo- durante las épocas de vacas gordas- con ahorros, es decir, con ingresos fiscales que no se pueden gastar sino en época de crisis.
De tal manera que cuando lleguen las “épocas de vacas flacas”, que siempre llegan, exista un fondo de donde se puedan sacar recursos para incrementar el gasto público con fines anticíclicos. Y durante las épocas de “vacas gordas” el ahorro que allí se haya construido, contrarreste —al menos en parte— los efectos nocivos de la monetización que realice el gobierno de empréstitos externos que contrate, o el de las divisas que reciba el país en el sector minero- energético, donde se vislumbran muy abundantes inversiones durante los años venideros.
No se trata de entrar a analizar en esta nota los aspectos técnicos de la propuesta presentada. Simplemente queremos destacar la trascendencia de la iniciativa. Y la importancia de que ella sea aprobada cuanto antes como una ley vinculante de la política fiscal.
La trascendencia aparece de bulto con solo echar una ojeada a las perspectivas minero-energéticas. Según el ministerio de minas y energía, Colombia va a recibir cerca de US 50.000 millones durante los próximos cuatro años, solamente para financiar las tareas de exploración de petróleo, gas, para la ampliación de la refinería de Cartagena, para los ensanches de generación eléctrica previstos en el plan de expansión, y para los principales proyectos mineros.
Esta suma es incremental a las que normalmente recibimos por las exportaciones, otras inversiones extranjeras y remesas. Si al menos parte de estos ingresos externos no se compensan con una alcancía como la propuesta con la “regla fiscal”, el problema de la revaluación se haría mucho más agudo.
Naturalmente, para que la creación de la “alcancía” no se quede en mero papel mojado es indispensable que el país comience a ahorrar desde el momento mismo en que se apruebe la iniciativa por el Congreso. El gobierno gastando una menor proporción de sus ingresos, y las entidades territoriales ahorrando parte de las regalías que perciben. Si no hay ahorro público (como lo han hecho Chile y Noruega en circunstancias similares) el objetivo de la propuesta se frustraría.
El Ministro de Hacienda designado, Doctor Echeverri, ha anunciado en consecuencia que ésta será una de las prioridades de la política económica de la próxima administración. A saber, lograr un cambio en la legislación para que departamentos y municipios ahorren parte de sus regalías. Lo cual no será fácil políticamente lograrlo, pero resulta indispensable.
En el pronto diseño de la alcancía fiscal, y en empezar a llenarla con determinación, le va la vida al futuro de la economía colombiana.