6 de octubre de 2024

El camino Nacional, siglo XXI

7 de julio de 2010
7 de julio de 2010

Esos otros caminos: El del Ruiz, el paso de Barragán y el paso de Guanacas fueron perdiendo importancia por diversas razones. Es el caso del paso de Guanacas, que se deslizaba por Timaná, en el Cauca y cruzaba al valle de Neiva para tomar el río Magdalena y buscar a Santa fe de Bogotá por el Tolima y Cundinamarca, y que fue cerrado por los constantes ataques de los paeces, yanaconas y pijaos a los españoles, luego de la muerte del hijo de la cacica Gaitana, por parte de las tropas de Pedro de Añasco y Juan de Ampudia, dos oficiales de las fuerzas ibéricas.

Por el camino Nacional pasan en los siglos XVII y XVIII muchos visitantes, gobernadores, capitanes, tropas, conquistadores, oidores y hasta virreyes. Pero la verdadera importancia yace en el siglo XIX, pues es en esta centuria que el camino Nacional y el paso del Quindío tienen una singular importancia. Es por este camino por donde cruza la expedición Botánica de Mutis y Humboldt, así como las tropas realistas que buscaron la reconquista del territorio, y también las tropas patriotas, incluso el propio Libertador Simón Bolívar, cuya pernoctada el 5 de enero de 1830 en Boquía es apenas una especulación, pues no hay evidencia cierta sobre su descanso en este lugar en esa fecha.

Con motivo de la celebración de los 200 años de la Independencia de Colombia, en el presente año, el tema del camino Nacional, paso del Quindío, ha vuelto a ser recurrente. He escuchado a muchas personas hablar sobre el tema, la gran mayoría de ellos legos en la cuestión, sin racionalidad histórica, pero con la emotividad lógica que despierta pensar en el sitio como un atractivo turístico. Y todos, o casi todos, incluso aquellos que conocen a fondo el tema histórico, se refieren al camino en el siglo XIX o antes. Nadie ha mirado el camino en el siglo XX. Ni se ha preguntado por qué desapareció.

Pues bien, estoy en esa tarea. El camino Nacional empezó su transformación, empezó a perder importancia al concluir la Guerra de los Mil Días, con la definitiva elevación de Armenia a la categoría de distrito (entiéndase municipio) de la provincia del Quindío, a través de una ordenanza del departamento del Cauca. Salento y Filandia, pasos obligados del camino hacia Cartago y después hacia Popayán, fueron perdiendo importancia en el ambiente económico, político y social de la recién colonizada hoya del Quindío, y los viajeros empezaron a cambiar el camino, entre Ibagué y Cartago, tomando un desvío hacia las recién creadas poblaciones de Calarcá y Armenia. Y por aquí, mucho más fácil hacia el Valle del Cauca, que sería creado como departamento unos pocos años después. Así, este camino, que hoy conocemos como La Línea se hizo más expedito, más corto y, sobre todo, menos peligros. Con el desarrollo agrícola del café y la consolidación de Armenia como centro nacional de la trilla y transporte del grano por el ferrocarril del Pacífico hacia Buenaventura, ese camino se ensanchó y se volvió carretera y en 1940 se inició su pavimentación.

Pero el antiguo camino Nacional siguió vivo, para la arriería, especialmente el comercio de animales y productos del campo, sobre todo, cerdos, leche, quesos y papa. Y su vigencia duró hasta el año de 1978, cuando la ex gobernadora Lucelly García de Montoya, inauguró la nueva carretera Salento-Toche. Nuevos sitios, nuevas fondas, nuevas historias y mitos se tejieron en ese camino en el siglo XX. Hoy, gran parte del mismo ha desaparecido, se lo comió la manigua. Otra parte se puede ver entre los potreros, otra más pequeña sigue siendo canalones pantanosos entre arboledas y potreros por donde sólo transitan cuatrimotos y uno que otro paseante curioso. Crónica del Quindío.