Control de la violencia: clave para el desarrollo de las ciudades
Según el Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses, en Bogotá asesinan a cuatro personas al día. Durante los primeros cuatro meses de este año se cometieron 525 homicidios, 32 casos más que en el mismo periodo del 2009. La mayoría de las víctimas, 56%, fueron jóvenes entre 15 y 29 años de edad.
Estas alarmantes cifras han hecho que la violencia urbana se convierta en un tema importante para la investigación y el trabajo académico. Por esta razón, el Instituto de Estudios Urbanos (IEU) de la Universidad Nacional diseñó una serie de propuestas que contribuyen a enfrentar dicho problema.
El fenómeno de la violencia aumenta paralelamente con el crecimiento urbano. Ello ha implicado una mayor demanda de servicios, de territorio, de aglomeración poblacional, entre otros asuntos propios de la urbanización que, en las ciudades, generan cambios importantes en sus dinámicas y, curiosamente, coinciden con un aumento importante de las estadísticas de violencia y criminalidad.
Eso fue justamente lo que llevó a que el tema fuera incluido dentro de las políticas públicas de los gobiernos locales.
¿Pero cómo abordar la problemática? “Desde la acción. En el Instituto de Estudios Urbanos nos ocupamos más por analizar la manera como actúa el Gobierno, las políticas públicas, de cómo ver el conjunto de respuestas que desde los gobiernos se le da al problema en la ciudad”, explica el profesor Fernando Guzmán, quien lidera el proyecto.
Por eso hemos organizado el campo de comprensión de las políticas públicas definiendo los mecanismos que más se usan y promueven, así como la imagen pública de esos mecanismos.
Los enfoques
“Hay tres enfoques básicos para abordar el tema. El primero se sustenta en la criminología del derecho penal. Es la corriente tradicional sancionatoria coercitiva para ejercer control sobre el delito y la delincuencia. El siguiente se involucra más en el ambiente y contexto de la violencia y la criminalidad. Ya no se fija tanto en el delito y en el delincuente en particular, sino en las condiciones estructurales. Hay un punto de partida y es que la violencia urbana es multicausal”, afirma Guzmán.
El tercer enfoque es el preventivo. Se basa en la tesis de la epidemiología de la violencia y las muertes violentas. Aquí la cultura ciudadana aparece como una corriente de esta orientación que, en Bogotá, se ha venido trabajando. Se fija sobre los comportamientos, los valores y las actitudes de las personas.
“Es en estos aspectos en los que hemos venido trabajando, sin desconocer y descuidar los campos tradicionales de las políticas públicas como justicia alternativa, penalización, policía comunitaria, ley de pequeñas causas, trabajo sobre el crimen organizado, políticas sociales”, explica el docente del IEU.
Los jóvenes
“Los jóvenes son una población que desde el punto de vista de la violencia urbana es vulnerable. No solo porque cuenta con la mayoría de víctimas sino porque también la mayoría de victimarios son jóvenes. Entonces, en las ciudades hay un reto para este grupo y por eso las políticas públicas han encontrado importante asociar su actividad al deporte y promover la expresión artística, sobre todo la música. Hoy el hip–hop y el rock son dos de las fuerzas más efectivas para trabajar en prevención de la violencia”, explica Guzmán.
Según el docente, su propuesta va más allá: “A los jóvenes no se les debe conducir solo con expresiones artísticas y deportivas. Hay que conectar estas actividades con su sentido de futuro, es decir, con su proyecto de vida. Es necesario sostenerlos en el sistema educativo y ofrecerles la oportunidad del primer empleo. Esta es una discusión que las ciudades han comenzado a entender, la articulación de la educación con el primer empleo es importante”.
La violencia no es igual
El IEU propone también caracterizar los tipos de violencia urbana. Las ciudades no pueden tener políticas públicas homogéneas, asegura el análisis de la UN. “Las urbes son grandes y complejas, como el caso de Bogotá. Las zonas son distintas y las necesidades, particulares. Por ejemplo, los lugares de influencia de la prostitución y su relación con el crimen, el narcotráfico, el robo de autos, el robo de motos, el asalto de bancos, el tráfico de estupefacientes, la extorsión, el sicariato, tienen unas peculiaridades y unas expresiones propias. La base de las políticas públicas en seguridad es la caracterización de los delitos”, puntualiza Guzmán.
Por eso, es categórico en afirmar que “las ciudades deben preocuparse por definir sus delitos, por conocer sus delincuentes. No es lo mismo Medellín que Bogotá, los patrones de delincuencia son diferentes”.
Otro elemento que el IEU considera relevante es la percepción de violencia e inseguridad. Para Guzmán, sin duda este es uno de los elementos que desde el punto de vista de la opinión pública resulta muy sensible, pues constantemente se habla de sondeos y encuestas relacionadas con el tema.
Los gobiernos locales y la Policía manifiestan que las estadísticas objetivas van bajando, pero hay un crecimiento en la percepción de inseguridad dentro de la gente. Es un fenómeno psicológico, la seguridad produce emociones, explica el docente del IEU.
Las modalidades de política social y criminalidad es uno de los temas que para el IEU es necesario discutir. “Aquí se busca la manera de obtener políticas integrales que contribuyan justamente a resolver problemas estructurales o a atender factores de riesgo. Pero eso se debe hacer no solo desde el propio sector de la seguridad, sino desde los campos de la educación, recreación, cultura, deporte, empleo y hábitat”, concluye el especialista.