Camarón que se duerme
Tampoco se puede equivocar en ministerios clave, como el de Trabajo y Salud, Educación, Comercio Exterior y Defensa.
Uribe tampoco pierde un segundo y gobierna hasta el final. Pero también toma medidas para ubicarse políticamente después del 7 de agosto. Vuele a emplear la misma táctica que usó para evitar que surgieran candidatos fuertes para la Presidencia, mientras aparentaba decidir lo que él sabía que haría. Ya circuló su nombre para la Alcaldía de Bogotá y desflora otra vez la margarita para evitar que se lancen posibles candidatos uribistas a la Alcaldía. Además, le es útil para preparar un aterrizaje suave si decide lanzarse, sin incurrir en conflictos de interés.
Como no lo ha decidido, no le queda mal presionar para que antes de que termine su gobierno se financie el Metro de Bogotá. El Departamento Nacional de Planeación, basado en sus análisis y en estudios independientes de las universidades Nacional y Andes, había conceptuado que el Metro no tenía un sustento técnico adecuado y que se le debería dar prelación al TransMilenio y al Sistema Integrado de Trasporte Público. Uribe intervino a favor del Metro, pero gracias a que a Esteban Piedrahita, director del DNP, le sobra en carácter lo que decían que le faltaba en experiencia, encontró una solución que políticamente les sirve a Uribe, Samuel y Andrés González, pero que no abrirá injustificadamente un hueco al presupuesto ni le hará daño al transporte público en Bogotá, si el próximo director del DNP y el Ministro de Hacienda entrante también son responsables.
Los que se durmieron, son los verdes. Han estado mudos cuando se esperaba su intervención pública, como en el debate sobre el transporte público de Bogotá, los contratos de obras públicas adjudicados a la carrera para aparentar diligencia, en el mejor de los casos, o el intento de reformar el sistema judicial con medidas de emergencia (sin existir hechos sobrevinientes que las justificaran). Mientras trabaja diligentemente el equipo de empalme y se preparan políticas, decretos y medidas trascendentales, el presunto “gabinete en la sombra” se fue de vacaciones.
Si se mira hacia atrás, a pesar de que las circunstancias no son las mismas, otros movimientos que perdieron en las elecciones presidenciales, pero que tenían apoyo popular importante, pudieron conservar su vigencia y aumentar su caudal político interviniendo en los debates políticos y defendiendo lo que los había hecho merecedores del apoyo popular.
A Jorge Eliécer Gaitán no le fue bien como alcalde de Bogotá o como ministro, pero salía de esos puestos a defender con ahínco sus posiciones de restauración moral (“¡A la carga!”). Después de su derrota en 1946, iba en camino de tomarse el Partido Liberal y posiblemente, la Presidencia, cuando lo detuvo un asesino. De Galán se puede contar, a partir de 1982, una historia con resultados parecidos, e igualmente trágicos. Supieron construir fortaleza política después de sus derrotas porque persistieron en una “activación política permanente” (Daniel Pecaut).