La crisis colombiana se centra en el desempleo

El sector de la floricultura no es el único que ha sufrido por la crisis del empleo, también las industrias manufacturera y de materias primas. – Archivo particular
Clara Fuentes, florista de profesión desde hace más de 15 años, se convirtió en una de las 30.000 mujeres del gremio que han perdido su empleo durante los últimos cuatro años.
A pesar de que la economía colombiana, al igual que la del resto del mundo, presenta algunos síntomas de recuperación tras la crisis originada por la fractura de la estructura financiera de Estados Unidos en el 2008, el hecho de que existan más de 3,1 millones de desempleados en el país es una piedra en el zapato para su desarrollo económico.
Aunque las cifras del crecimiento de la industria son positivas –al cuarto trimestre del 2009 el Producto Interno Bruto (PIB) de Colombia creció 2,5% en relación con el mismo periodo del 2008 y 0,4% acumulado anual –, el desempleo, a marzo de este año, superó la tasa del 11,8%, según el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), ubicándose como una de las más altas del continente.
“En términos generales, la crisis afectó a Colombia en la medida en que se redujeron las exportaciones a Estados Unidos, el empleo de los migrantes cayó y por ende las remesas que ingresaban al país, y se han presentado bajas importantes de inversión extranjera en toda la región”, afirma Beethoven Herrera, docente de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional de Colombia.
“Pero, en suma, el principal problema de Colombia es el desempleo. Situación que se expresa en el aumento del trabajo informal, en condiciones de mala calidad, en empleos temporales y en el contrato parcial de muchos trabajadores. Lo peor es que no se ve ninguna solución a la vista”, precisa el maestro Herrera, miembro de la Academia Colombiana de Ciencias Económicas.
Excusas para reducir la nómina
Precisamente, el sector de la floricultura es uno de los ejemplos de ese tipo de contratación. Según Luz Marina Peñaloza, miembro de la Corporación Cactus, una organización no gubernamental encargada de velar por las prácticas y relaciones respetuosas de los derechos humanos, económicos, sociales y culturales de los habitantes de la Sabana de Bogotá, la crisis económica ha servido de excusa para que las empresas evadan las responsabilidades con sus trabajadores.
“La flexibilización del trabajo forma parte de la estructura del sistema capitalista del que Colombia no escapa. Antes, en el país no se contrataba directamente a las trabajadoras sino a través de empresas temporales. Sin embargo, desde hace cerca de cuatro años empezó el modelo de las cooperativas de trabajo asociadas, que han resultado nefastas para los empleados”, dice Peñaloza.
“Las cooperativas, por su carácter social, no están reguladas bajo el marco del Código Laboral. De manera que empezaron a aparecer y se afianzaron asociaciones fantasmas de este tipo, que envían a los trabajadores al campo en calidad de misión, es decir por labor realizada en determinado tiempo, sin derecho a seguridad social y al pago que por ley les corresponde. De manera que cuando elevan un reclamo a las empresas, estas se excusan de toda responsabilidad argumentando que quienes los contrataron fueron las cooperativas. Así evaden su responsabilidad”, agrega la directiva de la ONG.
Situación de la industria
Según el profesor Álvaro Zerda, docente de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional de Colombia, el sector de la floricultura no es el único que ha sufrido por la crisis del empleo.
“La industria manufacturera liviana es la que se ha visto más afectada. Por ejemplo, algunos productos que son exportados a países centroamericanos (como textiles y prendas de vestir) disminuyeron su demanda y por lo tanto su ritmo de crecimiento. La importación de materias primas (como madera y productos agroindustriales) también se ha visto perjudicada por el tipo de cambio de la moneda y otros manejos internos de la economía. De esta manera se incentiva la importación y se desestimulan las exportaciones tanto de bienes primarios como industriales”, destaca el docente.
Precisamente, la industria manufacturera fue la que mostró el peor comportamiento del PIB en las ramas de la actividad económica durante el 2009, con una cifra de -6,3% con relación al 2008.
Las actividades industriales que más aportaron a dicho resultado fueron: otros bienes manufacturados, -20,2%; equipo de transporte, -19,3%; tejidos de punto y ganchillo, -17,1%; maquinaria y equipo, -13,6%, y productos minerales no metálicos, -11,8%. Por otro lado, los rubros que presentaron un comportamiento positivo fueron azúcar y panela, 15,1%; bebidas, 4,2%, y carnes y pescados, 1,5%.
“Además de los factores externos, el empleo en Colombia se ha visto perjudicado por la política interna favorable hacia el capital. Las exenciones tributarias, la revaluación del tipo de cambio, los estímulos de diferente tipo para la importación de bienes de capital y la inversión han hecho que los procesos productivos se tecnifiquen más, que se adquiera mayor cantidad de máquinas, herramientas y tecnología en general que desplaza al trabajador.
Eso hace que el costo laboral se incremente con relación al costo de capital, y las empresas sencillamente reestructuren su composición entre capital y trabajo, disminuyendo el ritmo de absorción del empleo”, afirma el profesor Álvaro Zerda.
“No es extraño que las empresas se escuden en la crisis para reducir sus nóminas. Históricamente ese ha sido el proceso de avance del capitalismo. El reemplazo de trabajadores por máquinas, pero dependiendo también de las políticas aplicadas, de las coyunturas, del ritmo de desplazamiento, se acelera y siempre el trabajador ideal será un robot, es decir, una máquina que asuma las labores manuales y hasta intelectuales del trabajador de carne y hueso”, concluye el docente de la UN.
Bajo esa premisa, Colombia necesita consolidar nuevos mercados para fortalecer el crecimiento de la industria y, por consiguiente, la generación de nuevos empleos para los ciudadanos.