8 de diciembre de 2024

TLC…la batalla no ha terminado

18 de abril de 2010

Aún hay esperanza para el sector lácteo, pese al triunfalismo que dan por concluidas las negociaciones. Sólo estas pruebas de fuego determinarán que, en el mejor de los casos, los gobiernos lo firmen en 2012. Tiempo que servirá para hacer sentir las voces de protesta de más de 400.000 familias productoras de leche en el país, que buscan reivindicar su derecho legítimo a un trato justo y transparente, y a que sus demandas de reciprocidad sean atendidas, en este o cualquier otro acuerdo comercial del país.
Reducir los aranceles o desmontar la protección en frontera bajo las malas condiciones del sector lácteo, sin reciprocidad de la contraparte, desmedra nuestro mercado interno en beneficio de otros países. El acuerdo con Europa es inequitativo, y estamos ante una contraparte muy fuerte para el sector lechero –subsidiada allá con ayudas internas jugosas la producción y la exportación de sus bienes-. Cedimos un terreno enorme al Mercosur y más, recientemente, a Estados Unidos. Pero, además, este tratado se definió a espaldas de los ganaderos y del propio Ministerio de Agricultura.
Por eso, con algo de razón y mucha ironía, decía recientemente Antonio Caballero que aunque tarde aprendimos que el agua moja, al ilustrar, en una confesión demoledora de Bill Clinton ante la Comisión de Asuntos Exteriores, lo mal que le fue a los productores agrícolas de Haití y lo bien a los granjeros de Arkansas con la firma del tratado entre ambos países.
Sin embargo, creo que si las condiciones de intercambio se dan en términos justos, el trópico es capaz de competir y obtener un saldo neto positivo, con regiones al norte o al sur de los trópicos de cáncer o Capricornio, porque podemos producir todo el año, en tanto que los que están por fuera de los trópicos están limitados por las estaciones. Y mucho más en el sector ganadero por ser los semovientes malos convertidores de alimentos, lo cual supone la necesidad de consumir grandes cantidades de forrajes para transformarlos en carne y leche, y aquellos países que están por fuera de los trópicos deben sustituir gran parte de la dieta con tortas costosas elaboradas con granos y otros productos.
No podemos repetir la historia. Tendremos que continuarla, haciendo aquellas cosas que sean útiles para que nuestra economía no se resienta con los choques externos por cuenta de los tratados vigentes o en curso de ser ratificados, como es el caso de USA. Se trata de no perder empleos ni generar más pobreza. Es para crecer y mejorar el bienestar para lo cual se firman.
De ahí que el Conpes, del que ha venido hablando el Gobierno, lo recibimos con satisfacción porque viene a ser parte de la agenda interna que quedó a medio camino después de firmarse el acuerdo con USA, y que de entrar en vigencia, servirá para competir en términos menos desfavorables por lo evidente de las diferencias por el tamaño de las economías.
Por lo pronto, aspiramos a que la leche europea no nos moje. Más bien aprovechemos estas primeras aguas de primavera para que el pasto tierno dé más leche para más colombianos.

*Presidente ejecutivo de Fedegán