29 de marzo de 2024

¿Quién representa a la Región Caribe?

20 de abril de 2010

A lo largo de los ocho departamentos, los aspirantes aumentan sus giras y discursos, se ponen sombrero vueltiao y guayabera en una especie de safari a la caza de un importante potencial electoral, que sin duda, pueden marcar diferencias en una contienda presidencial.

Pero llama la atención su silencio sobre los problemas del Caribe y la falta de liderazgo de la clase política regional para poner el tema como un eje de debate político nacional. La región brilla por su ausencia y el interés en los votos no se traduce en propuestas que atiendan las necesidades de desarrollo y autonomía regional, ni en la participación de figuras locales que desde las campañas garanticen que la región sea una prioridad el nuevo gobierno.

Ni una palabra sobre la creación del corredor portuario entre Santa Marta, Barranquilla y Cartagena para construir la gran metrópoli del Caribe y la consolidación de una cantera de producción rural integrada a la industria regional. Ni los candidatos, ni la dirigencia  regional están discutiendo el problema del desarrollo, que por supuesto, va de la mano con las demandas de autonomía costeña. Además, la composición de las campañas no da buenas señales sobre los liderazgos políticos del Caribe. Del grupo de aspirantes, tan solo una integrante de la fórmula vicepresidencial es costeña, y Petro, que nació en Ciénaga de Oro, Córdoba, habla como cachaco. Sigue el predominio de Antioquia, Bogotá y el Valle, regiones que cuentan con candidatos propios.

La Región está siendo vista, de nuevo, como un fortín electoral, mientras los problemas siguen ahí demandando un serio compromiso de Bogotá, con  planes y políticas nacionales que la beneficien. Mientras los candidatos se enfrascan en discusiones sobre si continuarán o no con las políticas uribistas, siguen engavetadas la autonomía, la descentralización y el impulso de polos de desarrollo regional que quedaron explícitas en el Voto Caribe. Si lo que se quiere es que este Voto no se quede como una simple actividad pedagógica,  es urgente y necesario abrir las tribunas para preguntarles a los candidatos sobre ¿cuáles son los planes para poner en marcha el llamado ciudadano del Voto Caribe?; ¿cuáles son las propuestas para consolidar a las capitales de la región como polos de desarrollo?; ¿qué tipo de políticas se van a implementar para que la región supere la pobreza y la desigualdad que persisten en el campo?; ¿qué propuestas políticas y legislativas se van a promover para romper con el centralismo que incide en el crecimiento de la pobreza en la Costa?

Deben escucharse estas respuestas y el debate político tiene que abrirse para saber quién es el aspirante que representa de verdad los intereses de la Costa. Esa es la diferencia entre el cazador de votos, el candidato oportunista, y el estadista que entiende que el Caribe es una región demasiado importante como para seguir dejando que sean los representantes del clientelismo, de la politiquería y de la corrupción los que fijen su “agenda de desarrollo”. Están a prueba los líderes políticos nacionales y locales, incluido ese puñado de empresarios que en estos ochos años quedaron enceguecidos con la Seguridad Democrática.