Pastores y carniceros
Quienes lean las acepciones de la palabra “chuzón” en el Diccionario de la Real Academia encontrarán la siguiente: “Que tiene gracia para burlarse de otros en la conversación”. Es lo que están haciendo con el país el Presidente, José Obdulio Gaviria, César Mauricio Velásquez, Edmundo del Castillo y Bernardo Moreno, al negar, como los maridos sorprendidos en flagrancia, evidencias que no admiten dudas. En las relaciones conyugales la táctica funciona: se resuelve con una chuzada marital. Pero en las institucionales afloran, como ahora, los síntomas del sida.
Si el Gobierno no hace otra cosa que cumplir la Constitución y las leyes, como lo declaró el Presidente hace tres días, ¿por qué él mismo y sus pajes no denunciaron la cochambre que los subalternos del DAS amontonaban, sin orden superior, a través de grabaciones y cuadros de seguimiento llevados a Palacio? ¿Por qué esperaron a que la prensa, la televisión y la radio divulgaran lo que venía sucediendo? Callaron y encubrieron. Como calló y encubrió el Presidente cuando los mismos pajes recibieron a Job y al abogado de don Berna para urdir una treta contra la Corte Suprema, en la conocida Operación Sótano.
Jefe y pajes saben que los pobres presos por las chuzadas no van a decir nada, y con la perversidad de los catatónicos que no pierden detalle cuando planean un crimen, incluyeron, en la relación de los espiados, teléfonos de altos funcionarios del Gobierno pensando que engañaban a los 44 millones de bobos que poblamos a Colombia. Sin embargo, no contaron con que un fiscal se atrevería a afirmar que en la conjura participaron los chuzones que creyeron burlarse de los chuzados al recibir los datos de los chuzadores.
Cosa curiosa, nuestro Presidente nunca se percata de los saltos de sus alforjeros dentro de su propio coto de caza. No supo de los falsos positivos, ni de los giros de Agro Ingreso Seguro, ni de las franquicias filiales en la constitución de cierta zona franca, ni de la técnica de reparto en Carimagua, ni de las chuzadas del DAS. En esto de no percatarse está, tal cual, como él cree que somos sus 44 millones de gobernados.
Como en la serie Misión Imposible, si a los capitanes Lagos y Tabares los cogían con las manos en la masa sólo ellos eran responsables de su negligencia. ¡Pendejos! En cambio, Bernardo Moreno y César Mauricio Velásquez preparan maletas para Madrid y Roma. El uno para comer boquerones con vino Albariño en El Pardo, con don Juan Carlos y doña Sofía, y el otro para comer salchichas de ternera y repollo morado con el Papa, bien rociados con cerveza alemana, al terminar el rosario vespertino en la basílica de San Pedro.
Se bebieron completo el consejo de Voltaire: “Es preciso que en los gobiernos haya pastores y carniceros”. El Universal.
*Columnista y profesor universitario