La rebelión de las neuronas.
La polarización política trae consecuencias funestas y es dañina, aun, para los propios adeptos por cuanto los obnubila, los encasilla en el fanatismo sectario y los convierte en unos androides que terminan no distinguiendo entre lo que es bueno y lo que es malo, facilitando así el camino expedito para el apoltronamiento del caudillo, siendo este el primer paso para emprender la carrera del sátrapa; esta pasividad extrema conlleva a un estado perjudicial y degenerativo que distorsiona la razón y la lógica en el ser humano.
El caudillo nacido ‘de la nada y del todo’ con una polarización servida a manteles que le sirve de aperitivo para empezar a saciar el apetito desordenado de poder a través de debilitar la estructura estatal en su provecho y buscando a toda costa concentrar la supremacía de los poderes en su cabeza, no dejaba de ser una situación desestabilizadora y preocupante, pero que gracias a unos cuasi-delitos cometidos por los promotores del referendo y a la estupidez e ignorancia supina de la mayoría de los legisladores, se vino a ‘pique’ el anhelado y casi seguro tercer mandato del presidente Uribe con la declaratoria de inexequibilidad de la ley de convocatoria del referendo, la cual era respaldada por una mayoría considerable de personas que ingenuamente se dejaron encasillar en la lejanía de la polarización, pero que por fortuna, y debido a ciertas circunstancias de corrupción que se han ido destapado, la gente ha comenzado a reaccionar mirando la situación con màs objetividad y realidad, y otros a pensar de manera seria en su participación activa en los próximos comicios para presidente.
A partir de las elecciones celebradas el pasado 14 de marzo, en donde se incluyo la consulta interna de los partidos Conservador y Verde, resultando triunfadores Noemí Sanín y Antanas Mockus, respectivamente, se empezó a sentir cierto grado de aumento en la participación ciudadana, de por si apática y abstencionista de mucho tiempo atrás, reflejándose un incremento considerable en la intención de voto en las encuestas posteriores, después de haberse cristalizado la alianza Mockus-Fajardo, la cual se considera como la ‘simbiosis perfecta de la matemática’, lo que indica, sin duda alguna, la incidencia que va a tener el voto de opinión en las presidenciales, con relevancia en la población académica y estudiantil, y, por supuesto, dada las características generales y particulares de los que integran la alianza, si hay algo de lógica, en los estratos 1, 2 y 3; a manera de ejemplo en estos estratos me refiero a Bogotà con Ciudad Bolívar y sus alrededores; a Cali con Siloè y su entorno; Medellín con toda la parte nororiental y en Manizales con el Galán, Solferino y Nevado, barrios donde no entra ni la fuerza pública y mucho menos los ‘mentirosos’ encuestadores, y que no salgan con el cuento de que las preguntas se formularon por teléfono, porque estos aparatos allá son esotéricos y la tecnología no ha llegado a esos cordones de miseria.
En materia de sondeos y de cábalas aplicable a contiendas electorales se ha sostenido que, sobre todo en los países desarrollados, por donde va Internet eventualmente van los votos. No sé que tan confiable sea este indicador tecnológico, pero si asombra constatar en los correos, foros, blogs, facebooks y YouTube el efecto positivo que se está calando en el intelecto de una gran parte de colombianos de todos los pelambres, la fórmula presidencial de Antanas Mockus y Sergio Fajardo, la cual no solo está logrando despertar en la ciudadanía el ánimo participativo, sino que activó la “sinapsis” que no es otra cosa que la conexión de una neurona con otra; el fenómeno de opinión que se percibe hoy, es una prueba fehaciente de la fatiga mental que empalagó al pueblo colombiano y que lo tiene ad-portas de dar un paso decisivo para empezar a reconstruir un país que merece mejor suerte, probando de paso, que con ética y cultura ciudadana se pueden alcanzar logros insospechados, que lo prioritario no sólo descansa en una seguridad democrática sino en un ‘todo’ de legalidad democrática y social; que la paz se puede lograr sin quemar un solo disparo; que no se requiere de falsos positivos y del pago de recompensas millonarias por apéndices como prueba de ejecución y como estimulante del ‘sapeo’; que se puede gobernar con mano de hierro sin caer en protagonismo mediático, diciendo hoy que NO y mañana que SI; que no hay necesidad de la ‘persecución en caliente’ violando soberanías que solo reportan malestar con otros paìses; que es inconcebible y no se puede aceptar que la prioridad sea la guerra y se relegue problemas de tanta monta como el desempleo y la seguridad social en salud y pensiones; que no es necesario destinar esos inmensos recursos del Estado en cruentas confrontaciones y recompensas estériles, mientras se recorta el presupuesto de inversión social en sus diferentes rubros, todos estos desafueros innecesarios y desgastadores obedecen, en gran parte, a demostrar obstinadamente una imagen engañosa de la seguridad democrática, teniendo, eso sí, ciertos aspectos positivos, pero que se volvió un sonsonete insoportable.
La no aceptación por parte del Partido Verde de los cuatro mil quinientos millones ( $ 4.500.000.oo ) de pesos que les iba a reembolsar el Estado por los votos de las pasadas elecciones, aduciendo aquellos que no se los habían gastado, deja a màs de uno sorprendido, a otros, nos sorprende menos dada la condición ética y moral que se le conoce de antaño al candidato de esa colectividad y el concepto tan preclaro que tiene él del erario público. Lo que si lo deja a uno atónito, estupefacto, patidifuso, pasmado, boquiabierto y, ante todo, maravillado es que una persona con una aspiración presidencial por delante tenga la suficiente entereza, el valor y la honradez consigo mismo y con un país para reconocer pùblicamente que empezó a padecer el mal de “Parkinson”. La palabra la tienen los científicos quienes ya dijeron que es controlable y que no afecta sus aptitudes mentales y académicas . Además, para tranquilidad de algunos escépticos y de otros sectarios suspicaces, los colombianos en varias ocasiones hemos elegido presidentes padeciendo de enfermedad grave, con conocimiento de causa por su notoriedad palmaria, y que lo hace o convierte en un interdicto total: ser un Minusválido mental.
El reconocimiento público que hizo el doctor Antanas Mockus de su enfermedad, lo hace merecedor, según dan a entender algunos notables columnistas, para que el pueblo lo elija Presidente de la República.
Manizales, Abril 17 de 2010.