De respetables señores
No hay, eso sí, ninguno entre ellos que en la actualidad ejerza jefatura alguna sobre las huestes conservadoras. Pertenecen al pasado y por eso no importa cuántos, porque tiene más arrastre la quebrada La Volcana en verano que todos ellos juntos.
Esa conducta inexcusable tiene, como decimos en derecho penal, un determinador: el Ministro del Interior quien, en los últimos años, se ha dedicado, a más de perder el favor popular, a conspirar en seguidilla en contra de candidatos claramente conservadores. Fué él quien propició la votación en contra de Luis Alfredo Ramos Botero en la consulta para la gobernación de Antioquia, a favor de un liberal, y, ahora, ejerce el romanismo al menudeo a favor de otro liberal: Santos. El ministro como que aspira a seguir siendo ministro, legítimo ello, pero no a expensas de la suerte del conservatismo.
Se trata del aprovechamiento de unos personajes, no en sentido peyorativo, que uno ya no sabe si tenerlos o no por conservadores, que la propia colectividad puso fuera de circulación hace ya tiempo, uno detrás de otro. Ya después de viejos, muchos de ellos tendrán por lápida la etiqueta de indoctrinarios, comenzando por el hijo del doctor Laureano Gómez quien, precisamente, acuñó semejante mote para endilgar a quienes se ponen en contraposición a los caros intereses del Partido, siguiendo por el anticuado Ignacio Valencia López y el siempre levitante y ausente Mariano Ospina Hernández, a quien se le fueron los años esperando que el país se le prosternara en tierra, a ruegos, para hacerlo presidente.
No hay qué preocuparse en demasía, porque esto es con votos y esos no están con ellos, como tampoco porque no han podido arrastrar a la fuerza parlamentaria que está firme con Noemí Sanín, incluidos los partidarios del doctor Arias Leyva que, como en el caso de Antioquia, ya están al servicio responsable de la candidatura oficial del conservatismo, a la cabeza de ellos la senadora electa Liliana Rendón. Ni para qué decir de Martha Lucía Ramírez y de quienes estuvimos y estaremos con ella, y del suarismo. Eso es gallardía. Lo demás es leche vinagre, doctor Arias.
La reticencia, por decirlo suave, del vencido para agigantar las filas de la campaña de la candidata vencedora, le hace mucho daño al doctor Arias, porque ninguna autoridad tendrá para convocar al partido a acompañarlo en el 2014, o más allá. ¿A cuenta de qué, de su conducta de ahora? Ya lo dije y lo repito: en política, como en la vida, las que se hacen, se pagan. ¡Y punto!
Tiro al aire: el Directorio Nacional Conservador en lugar de ocuparse de suspender o expulsar a los infieles, debería pagarles la factura del trasteo pues, como dijo Alzate Avendaño: a nadie se le puede prohibir que coja sus brazos y se largue. Lo demás son carajadas y desgaste, agrego yo.