5 de diciembre de 2024

María Victoria Calle, la ‘perfecta desconocida’ que votó en contra del referendo

7 de marzo de 2010
7 de marzo de 2010

La Silla Vacía

El cónclave de Risaralda

María Victoria Calle nació en Medellín y es abogada de la Universidad de Medellín. Y aunque no es pereirana, es como si lo fuera. “Doctora María Victoria, si bien su biografía señala que usted nació en Medellín, en nuestro afecto usted es de aquí, tiene cuna pereirana y la consideramos nuestra. Pues ni más faltara que no la adoptáramos, ya que su posicionamiento jurídico alcanzó proyección justa al servicio de la ciudad y el departamento”, expresó el gobernador de Risaralda Víctor Manuel Tamayo en un homenaje que le rindieron en mayo de 2009.

Las palabras de Tamayo sirven para entender por qué Calle logró un apoyo de sectores tan disímiles para llegar a la Corte. Entre 1992 y 2000, fue secretaria jurídica de tres gobernadores de diferentes partidos en Risaralda. Ella fue la excepción a la regla de que cada torero llega con su cuadrilla. “Nunca fue identificada como una militante política sino como una jurista”, dijo a La Silla Vacía Rodrigo Rivera.

“Yo le decía a ella, 'María Victoria, usted es la que me dice si me puedo ir a dormir tranquilo o preocupado'”, contó a La Silla Vacía el ex gobernador Roberto Gálvez. Después de ser mano derecha de él, Calle se volvió fundamental para los gobernadores siguientes, Diego Patiño y Ernesto Zuluaga. La senadora Elsa Gladys Cifuentes era diputada en esa época: “Calle era desde entonces una persona muy formada, independiente y con mucho criterio”.

En 2004, después de salir de la gobernación y de trabajar en diferentes cargos, entró a La Previsora Seguros. Allí estuvo hasta cuando fue elegida magistrada. Quienes trabajaron con ella en La Previsora la recuerdan de la misma manera a como hablan de ella en Risaralda. Trabajadora y con criterio. “María Victoria hace preguntas y oye, pero ella toma las decisiones. No deja que nadie haga eso por ella”, contó a La Silla Vacía un ex colega de trabajo.

Y cuando dice nadie, es nadie. De su temperamento dan fe también las personas que trabajan con ella en la Corte. Dicen que cuando se indispone, grita. En jerga de moda, se carga de tigre. Y también canta cuando oye bambucos o José José, su música favorita, que prefiere bajar con aguardiente. Esa es 'La Tota', como le dicen sus amigos. La Silla Vacía la contactó para este artículo, pero prefirió no hablar con nosotros.

'La Tota' se le vino a la cabeza a más de uno cuando, en marzo del año pasado, el presidente Uribe se decidió a pagarle una deuda a Risaralda. En las elecciones presidenciales de 2002, Pereira había puesto una de las votaciones proporcionales más altas a su favor, pero la presencia de risaraldenses en altos cargos del Estado era baja. “Mire el caso de Armenia: puso muchos menos votos que Pereira en la primera elección de Uribe, y tienen al ministro Diego Palacio y al ex comisionado de Paz Luis Carlos Restrepo, ambos nacidos en el Quindío”, explicó a La Silla Vacía una fuente que prefirió no ser identificada.

El Presidente les pidió a los políticos risaraldenses algunos nombres y pidió opiniones. No estaba claro para qué cargo sería, pero una de las vacantes sobre la mesa era la de la Corte Constitucional. Entre los políticos consultados, estuvo Elsa Gladys Cifuentes. “No le metamos morbo a quién postuló a María Victoria Calle. Era la oportunidad de promover gente de la región”, respondió Cifuentes a La Silla Vacía cuando fue preguntada por este supuesto guiño.

Varios nombres se barajaron y, como si se tratara de la elección del Papa, más de una vez hubo humo negro. La idea era que los políticos risaraldenses se pusieran de acuerdo en una persona y se la dijeran a Uribe. Una sola. María Victoria Calle fue la única que ni dividió ni restó. Y así, por cuenta de un pulso político y de un balance de poder, por azar o descarte, termino siendo su nombre el que generó consenso. Ella, que a la postre le debía algo de lealtad a todos, que es lo mismo que no debérsela a nadie.

El problema de este cónclave fue que muchos pensaron que ella era una más de la coalición de Gobierno. Y, en consecuencia, los críticos se jalaron los pelos por la llegada de esta supuesta cuota política de corte conservador. Pero ni el Presidente la conocía ni fue sometida a un examen de pensamiento uribista antes de aterrizar en la terna. Las decisiones políticas de alto nivel, que parecen el resultado de los más exhaustivos cálculos políticos, son muchas veces una simple mezcla de afán y caos.