Ideas de un montañero pereirano en Alaska
Compartí esas ideas con unos compañeros de viaje, que se incomodaron seguramente con algo de razón y que me reprocharon mi falta de nacionalismo, pero me siento tranquilo expresando a ellos y a ustedes con respeto lo que pienso.
Premisa fundamental: Como Colombia no hay nada, como lo nuestro nada igual, como los colombianos ninguno, leamos algunas contrastes observados en mi viaje y comparados con nuestra realidad:
Nuestra ave insignia, divina para el sur, un cóndor, con el pescuezo pelado y una cresta y pico espantosos. Un gallinazo grande, en el norte, una águila calva, dorada, de cuello blanco e imponencia infinita; por lo menos debiéramos tener como ave nacional a la hermosa guacamaya, esa ave sí es ganadora y se la pongo de frente a cualquier águila.
En el sur, el primo de nuestra ave insignia, un carroñero, el hermano gallinazo, negro y profundamente feo, mucho más que el cóndor; el del norte, un animal igualmente carroñero, pero mucho más moderado, de mejor presencia, el cuervo, la diferencia es abismal entre este par de negros.
En nuestro hermoso sur, la hermana chucha, la zarigüeya, fea a más no poder, ese animal sí que es inmundo, en el norte, el mapache, sí, el mapache, emulado por Disney y miles de fabricantes de juguetes y felpas, ese mapache acompaña a los niños del norte en las noches en sus camas, ¿se imaginan una chucha de peluche en la cama de nuestros primogénitos?
En el sur, la tilapia en los lagos -el animal más fino que conozco, se pesca y 24 horas después de haberlo sacado de su hábitat en el sartén chapalea- y en los ríos, los no menos apreciados barbudos y bagres, sin comentarios adicionales. En el norte el salmón, de fina estampa, grande, colorido y bien sabroso, sus huevos se transforman en caviar, no sé si del bagre, la tilapia o el corroncho se puedan comer su huevos, eso sí la tilapia sigue siendo a mi juicio la más fina.
De los paisajes ni hablo, no me quiero ofender, algo monumental, inigualable, decimos (me incluyo) los colombianos con amor de patria que los paisajes nuestros sí son divinos, que los extranjeros quedan con la boca abierta cuando los ven. Veo muy pocos desteñidos a este lado del charco y si los veo, los veo en Cartagena con al boca abierta, en la mayoría de los casos, de tanto meter perico y vagabundear con prostitutas.
Todo lo anterior puede que no sea preciso, que yo sea un apátrida y esté equivocado. Posiblemente decir que la hermana chucha sea más animal que el mapache sea una blasfemia, pero lo que sí no no nos debemos creer es que los colombianos somos los mejores. Mentiras, falso , creencias como la anterior nos hacen débiles y muy vulnerables, nos falta mucho por ser mejores hombres y mujeres, padres, hijos ciudadanos y Colombianos.
Trabajemos en lo que sí se puede cambiar , a nosotros mismos: “el colombiano es igual de fino a la tilapia, después de tanto palo y todavía chapalea”.