Don Guillermo: El buen ciudadano

Por Gonzalo Quiñones

En medio de la tristeza natural que ha originado el fallecimiento de don GUILLERMO CEBALLOS ESPINOSA,  así con mayúsculas sostenidas, que sirvan  desde aquí para perpetuar su memorable existencia, quisiera que nuestro idioma y nuestro lenguaje se emancipara de esa maraña de acepciones, conceptos y etimologías y brindara aunque fuera por un solo instante, la posibilidad de sembrar el más acertado poder de síntesis para identificar a un ser humano que marcó diferencia, que fue grande por su humildad, sencillo, bondadoso, músico, poeta, esposo, padre, abuelo, magnánimo, concejero del alma, real formador y por lo tanto epónimo pedagogo y maestro, cosido a la naturaleza, amigo de los amigos y loa animales, historiador sencillo y bueno y escritor pulcro de la vida de Manizales, que siempre, la describió como la cuna del civismo y la bondad y la ciencia y el estudio y la lectura, culta, hidalga y de recias costumbres morales, como las que el mismo poseía en su vida y comportamiento, sin olvidar a Caldas, a quienes les cantó con el alma, mostrándolos como ejemplo para todas las generaciones.
Y como pueden ver amabilísimos lectores, el idioma más bien se expande, se amplía, se  agita, atenúa la emoción espiritual unida al dolor del adiós para siempre, y hasta genera una disciplina sana de rebeldía, que me lleva al finiquito de estas líneas que salen del corazón para indicar que se nos ha ido DON GUILERMO CEBALLOS ESPINOSA: “EL BUEN CIUDADANO”.