15 de mayo de 2025

Deglutir, digitar, interceder, mejor

24 de marzo de 2010
24 de marzo de 2010

El reconcomio que siente por el señor presidente de la República y la fijación que tiene con Yidis y Teodolindo y las notarías y los “falsos positivos” y Jerónimo y Tomás, etc., son tal vez las causas de las corruptelas gramaticales en que de cuando en cuando cae César Montoya Ocampo en sus escritos. Ésta fue la última: “Los que prometieron y cumplieron lo pactado en ese bazar inmoral, más los que deglutaron las golosinas recibidas, cometieron el delito de cohecho” (LA PATRIA, III-4-10). El feísimo verbo ‘deglutar’ no existe, doctor; ‘deglutir’, sí; quiere decir “Tragar los alimentos y, en general, hacer pasar de la boca al estómago cualquier sustancia sólida o líquida”; es transitivo regular; y se conjuga como ‘vivir’. De acuerdo con esto, su pretérito simple se conjuga así: Deglutí, deglutiste, deglutió, deglutimos, deglutisteis, deglutieron. Elemental, muy elemental.

El lenguaje hablado es el medio natural que posee el animal racional para comunicarse con sus semejantes. En el principio, dicen los estudiosos, los dizque reyes de la creación se comunicaban sólo con sonidos, que con el paso del tiempo se fueron convirtiendo en palabras; éstas, en frases con sentido completo; y, luego, en innumerables idiomas, la inmensa mayoría de ellos desconocidos por nosotros. El relato de la torre de Babel no es otra cosa que la explicación original, folclórica y simplísima de la diferencia de lenguas. El lenguaje escrito tuvo también su evolución natural, muy lenta en los primeros siglos de la humanidad, y vertiginosa en los tiempos actuales. Durante muchos siglos se escribía solamente a mano; Juan Gutemberg nos obsequió la imprenta en el siglo XV; en el siglo XVIII nace la ‘idea’ en Inglaterra de la máquina de escribir, que se hizo realidad en 1872 con la Remington, “construida por los norteamericanos Byron, Brooks, Densmore, Jenne, Sholes y Yost” (Enciclopedia Uteha); hoy, las máquinas modernas, perfeccionadas cada vez con más rapidez, llevaron al cajón de los ‘rebrujos’ a sus ‘antepasadas’. Traigo todo esto a colación para tratar de responderle al señor Luis F. Molina R. la siguiente pregunta: “¿Existe otro verbo que pueda reemplazar éste (digitar) y que no pierda su esencia? (III-8-10). Antes de las máquinas, decíamos ‘manuscribir’ (‘escribir a mano’) o, simplemente, ‘escribir’; con la llegada de la máquina de escribir, inventamos la palabra ‘mecanografía’ y el verbo ‘mecanografiar’ o ‘escribir a máquina’; actualmente, con la aparición de los computadores y sus teclados, decimos ‘digitar’, verbo definido acertadamente así por la Academia: “Incorporar datos a la computadora u ordenador utilizando el teclado”. Lo extraño es que lo asienta como un regionalismo propio de Chile, El Salvador, Honduras y Uruguay, olvidando a Colombia y a otros países, en donde seguramente también se emplea. En música, ‘digitar’ significa “Indicar con números los dedos que han de emplearse en la ejecución de un pasaje”. Tiene otras acepciones que no vienen al caso. Existe también el verbo ‘teclear’ (“Pulsar las teclas de una máquina o de un aparato”), inadecuado para el efecto, porque la extensión de la idea que representa es más amplia que la de ‘digitar’. Razones todas estas que me llevan a concluir que éste (‘digitar’) es el verbo indicado para designar la operación que, según la definición de la Academia, desempeña. Aceptado esto, ‘digitación’ sería la “acción y el efecto de digitar”.

En LA PATRIA, Primer Plano, se lee lo siguiente: “Fernández lidera el grupo de países amigos (…) que interceden entre ambos gobiernos” (III-9-10). La expresión ‘interceder entre’ es pleonástica, porque el prefijo ‘inter’ significa ‘entre’. Según el contexto, las preposiciones que pueden acompañar ese verbo son ‘con, por, para’ y las locuciones preposicionales ‘a o en favor de’ y ‘cerca de’. En la frase del diario citado no es adecuado el verbo ‘interceder’; lo es ‘mediar’, con la siguiente acepción: “Interponerse entre dos o más que riñen o contienden, procurando reconciliarlos o unirlos en amistad”. Y como Colombia no es el país agresor sino el agredido, la frase periodística podría ser ésta: “Durante una de esas cumbres elevadas y áridas que de vez en cuando realizan los países suramericanos, algunos presidentes intercedieron por Venezuela ante Colombia”. De esta manera, queda bien empleado el verbo ‘interceder’. Ahora bien, si de lo que se trata es de ayudar a restablecer relaciones diplomáticas, los verbos adecuados serían ‘mediar’ y ‘terciar’. O ‘interceder’, pero con la preposición ‘para’. Aunque con Venezuela sea tiempo perdido.

“Mejor es posible”, es la consigna de la campaña presidencial de Germán Vargas Lleras. El cibernauta Orlando López pone en dudad su casticidad, y se pregunta si no es más correcto decir “Mejorar es posible”. Las dos frases son de buena casta. ‘Mejor’ es el grado comparativo del adjetivo  ‘bueno’, razón por la cual, en el lema de la campaña, hay un elemento de la comparación que está subentendido, pero abiertamente expresado en los discursos del candidato. Como en los de todos.