Uribe intenta acercamiento con Correa
Analistas colombianos como Alfredo Rangel, de la Fundación Seguridad y Democracia, y el politólogo Fernando Giraldo consideran que la visita de Uribe a Carondelet será determinante en esta recomposición de nexos, que empezó el 24 de septiembre pasado en Nueva York, entre los cancilleres de ambos países.
A partir de esa fecha, cuando se retomó el diálogo bilateral, el escenario de hostilidad, que se desencadenó desde el incidente fronterizo, dio paso a posiciones de prudencia en ambos lados.
Quito y Bogotá han cumplido con una suerte de pacto de no agresión, que se ha combinado con medidas y acciones de cooperación mutuas.
La necesidad de comprar más electricidad a Colombia, a raíz de la crisis energética de inicios de noviembre, y la reciente eliminación anticipada a las salvaguardias a productos de este país, son dos medidas concretas que pueden medir el buen momento de las relaciones de vecindad.
En este proceso de diálogo, hay por lo menos dos razones con peso específico que explican por qué ambos presidentes ablandaron sus posiciones.
El fin de la denominada “campaña mediática” de desprestigio al gobierno de Correa, por supuestos nexos de algunos de sus miembros con la guerrilla, fue uno de los factores decisivos que ha abonado en el acercamiento de los dos gobiernos.
En la diplomacia ecuatoriana se decía que, a pesar de que la mayoría de información que salía desde Colombia no estaba debidamente sustentada y comprobada, el hecho de ser difundida en medios internacionales perjudicaba la imagen del país.
Para Ecuador ha sido clave que Bogotá se haya comprometido a dejar de deslizar ese tipo de información. De hecho, desde el 24 de septiembre, las denuncias de presuntas relaciones entre miembros del Gobierno ecuatoriano y la guerrilla, que meses atrás se recogía en distintos medios de comunicación, prácticamente han desaparecido.
En este punto, el reciente informe del Centro de Evaluación de Estrategia Internacional (IASC), donde se denuncian posibles vínculos entre el Gobierno, las FARC y el crimen organizado, si bien incomodó a Carondelet, sus funcionarios no acusaron a Bogotá de tener intereses en esa publicación.
Para Colombia también es determinante bajar la temperatura con Ecuador, en momentos en que sigue al rojo vivo su tensión con Venezuela.
En la diplomacia colombiana se comenta en voz baja que su escenario geopolítico resultará menos incómodo si se logra recomponer la relación con el Gobierno ecuatoriano. Así, la agenda del canciller Jaime Bermúdez podrá enfocarse, básicamente, en sortear las fricciones con Caracas.
Calmar las cosas con Quito se ha vuelto una prioridad para el presidente Uribe. Él ha reiterado su disposición de hacer lo necesario para recomponer la relación con Quito. Y ha dispuesto a sus ministros y colaboradores que manejen con absoluta prudencia cualquier tipo de asunto que tenga relación con Ecuador.
Con estos antecedentes y hechos, la cumbre de hoy se presenta como el escenario propicio para marcar el acercamiento definitivo entre ambos mandatarios. De momento, a Correa y Uribe les une una causa común: proyectar un liderazgo internacional a propósito de la crisis de Haití.
Correa, como presidente pro témpore de la Unasur, viajó a ese país y convocó a la reunión extraordinaria de hoy. Lo mismo quiso hacer el Mandatario colombiano, pero el viaje a la devastada nación se frustró por temas logísticos. La diplomacia colombiana ha buscado posicionar en su agenda la ayuda a Haití. Precisamente, ayer, Uribe recibió en su despacho al ministro del Interior, Paul Antoine, para discutir la propuesta colombiana de ayuda que presentará hoy en Quito.