Si se calla el cantor
Cadenas de televisión cerradas por decisiones gubernamentales, autocensura de medios y periodistas, complacencia ante medidas gubernamentales, cuando no silencio permisivo frente a ellas, y amenazas de leyes para limitar el ámbito de los medios, se han vuelto asuntos recurrentes en México, Venezuela, Colombia, Ecuador, Argentina y Bolivia.
Colombia hace parte de la lista de países con problemas de libertad de expresión por varias razones. La más grave de todas, la interceptación de llamadas y correos de periodistas, miembros del propio Gobierno y dirigentes de la oposición por parte de agentes del DAS, que depende de la Presidencia de la República, y cuyas investigaciones aún no han culminado. Una segunda razón es lo que acaba de ocurrir con la decisión de la Casa Editorial El Tiempo –aspirante a obtener una licencia para operar el tercer canal de televisión en el país- de cambiar el enfoque de la revista Cambio para volverla "light" y con circulación mensual, justo cuando ésta pasaba por su mejor momento. No solo porque había empezado a generar utilidades, sino porque había logrado destapar escándalos que comprometían seriamente a altos funcionarios del Gobierno del Presidente Uribe.
Para los dueños de la publicación, la decisión se tomó por: "el declive mundial de las revistas de actualidad y política derivado de un cambio en los hábitos de los lectores y, como consecuencia de ello, el viraje en las decisiones de inversión de los anunciantes de este tipo de revistas…". Pero al hasta hoy director de Cambio, Rodrigo Pardo –a quien botaron de una manera poco elegante junto con su colega María Elvira Samper-, le quedan "dudas de si la decisión tuvo qué ver con algunos contenidos que manejamos en nuestras ediciones", según dijo en La República". Y es ahí donde surgen muchas suspicacias sobre el fondo de esa decisión: ¿Por qué pasar de una revista que solo tenía otra como competencia para entrar a un mercado saturado de revistas “light”? ¿Si tenían problemas económicos, por qué el cierre en un día, en vez de crear un plazo para cambiar la estrategia de promoción? ¿Hasta dónde tuvo que ver la necesidad del Gobierno de sacar del medio esa piedra en el zapato con la aspiración de la Casa Editorial de quedarse con el tercer canal? ¿Qué tan afortunado resulta para El Tiempo tener como columnista y miembro de la junta del Grupo Planeta a una persona tan cercana al presidente de la República como José Obdulio Gaviria? ¿Por qué esta abrupta decisión antes de la licitación del tercer canal? Y algo grave, muy grave: mientras Pardo confirmaba que a él y a la editora solo les informaron de la terrible decisión ese miércoles, otra persona cercana a la Presidencia, el ex secretario de Prensa Ricardo Galán, escribió en su blog: "Aunque venía escuchando rumores sobre el cierre inminente de la revista Cambio desde hace varios meses…" (http://libretadeapuntes.com). ¿Cómo así que los amigos del Presidente Uribe conocían algo acerca de esa decisión con tanta anterioridad?
Hace 15 años, Colombia llegó a tener más de una docena de noticieros de televisión y hoy, no hay más de cinco de alcance nacional. El nuestro es un país donde cada vez se debilitan más los medios impresos y estamos lejos de tener verdaderos periódicos nacionales. Y lo más lamentable: poco a poco los grandes grupos económicos concentran su poder en esta actividad que en otros tiempos estuvo bajo el control de periodistas-propietarios. Esto que está pasando en nuestro país y en el vecindario merece recordar ese poema de Horacio Guarany vuelto canción en la voz de la imborrable Mecedes Sosa:
Si se calla el cantor se quedan solos
los humildes gorriones de los diarios,
los obreros del puerto se persignan
quién habrá de luchar por su salario…
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